PHNOM PEHN 28 Jul. (Reuters/EP) -
Los camboyanos votan este domingo en unas elecciones donde el primer ministro del país y uno de los jefes de Gobierno más longevos de Asia, Hun Sen, parte de nuevo como favorito para revalidar el cargo a pesar de las acusaciones de irregularidades vertidas desde la oposición, que denuncia fraude en las listas, compra de votos e intimidación por parte de las fuerzas de seguridad.
La ONG pro Derechos Humanos Human Right Watch también denuncia que los votantes se sienten amenazados el Ejército y la Policía, que actúan "en connivencia" para garantizar la victoria del Partido Popular de Camboya que lidera el primer ministro, desertor de los Jemeres Rojos, la guerrilla que aniquiló el país con una exhibición de tiranía y genocidio durante los cuatro años (1975-1979) que duró su régimen.
Sin embargo, la oposición que abandera el Partido de Rescate Nacional de Camboya, al frente del cual se encuentra el ex ministro de Economía Sam Rainsy, podría hacer mella en la previsible mayoría del partido del primer ministro.
Las previsiones independientes aventuran que el partido de Hun Sen podría perder alguno de los 90 escaños de los que disfruta ahora en el Parlamento, frente a los 29 de la oposición.
Rainsy participa gracias a un perdón concedido por la monarquía y ha logrado evitar la cárcel tras ser acusado --de manera injusta y por motivos políticos, argumenta-- de extender la desinformación y falsificar mapas para dificultar las negociaciones con Vietnam para el trazado de una nueva frontera.
"A pesar de esta batalla cuesta arriba, cualquier avance que consigamos será significativo. Las elecciones no son el final del camino, sino el principio de la lucha por una verdadera democracia", declaró el líder opositor durante un mitin de cierre de campaña, ayer sábado.
Sin embargo, Rainsy tendrá que luchar contra un sistema enraizado de intereses dominado por Hun Sen, a quien se atribuye el mérito de transformar un país devastado por la guerra en una de las economías más estimulantes del sur del continente, gracias a la cada vez más intensa relación económica con China. El coste de este crecimiento acelerado ha sido una mayor tensión social por las pobres condiciones laborales en un país donde una tercera parte de la población todavía vive con menos de medio euro al día.
Hay que tener en cuenta que el Partido Popular de Camboya es una máquina electoral perfectamente engrasada, con casi seis millones de afiliados, dominante en los medios de comunicación, y consciente de que el sistema electoral del país es especialmente condescendiente con la intervención del Gobierno en los comicios.