FAIRFAX (VIRGINIA, EEUU), 8 (Reuters/EP)
La Industria armamentística de Estados Unidos ha iniciado una campaña para mejorar la imagen de los silenciadores y lograr que se suavicen las leyes que los regulan, en un intento de masificar su venta como elemento destinado a proteger la audición de aquellos que utilizan armas de fuego.
Hasta ahora, la presión ejercida por las empresas sobre el Gobierno federal y los estados ha llevado a la legalización de los silenciadores en más de doce de estos últimos desde 2011. Sin embargo, la industria tiene que hacer frente a una serie de leyes que datan de la década de 1930 y que obligan a los compradores de estos dispositivos a pasar por un largo proceso para lograr su adquisición.
Aún así, las ventas de silenciadores, o supresores como se los conoce en la industria, han aumentado hasta casi triplicarse en los últimos años. Han pasado de los algo más de 360.500 vendidos en marzo de 2012 a los casi 800.000 registrados en febrero de 2015, según datos de la Organización de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF) estadounidense.
El representante republicano por Arizona Matt Salmon, uno de los que abogan por la desregulación, ha señalado que los silenciadores podrían ayudar a soldados y cazadores a evitar el daño a la audición que él mismo ha sufrido y sufre tras 50 años disparando armas. "Si tuviéramos algo que mitigara la pérdida de audición, deberíamos estar impulsándolo", ha declarado.
Sin embargo, los detractores de los silenciadores aducen que suavizar la ley sobre estos dispositivos podría volver mucho más difícil la tarea de atrapar a criminales y cazadores furtivos. "¿Qué razón legítima podría tener una persona para pasear por una gran ciudad con un silenciador?", se ha preguntado Joe Mullery, demócrata y representante de uno de los distritos con más criminalidad de Minneápolis.
PROHIBICIÓN DE ACERO
La regulación sobre los silenciadores ha sido muy dura desde 1934, cuando el Congreso restringió el acceso a ametralladores, recortadas y otro tipo de armas utilizadas por las mafias en sus ataques.
En aquella época, aquellos que quisieran hacerse con un silenciador debían pagar un extra de 200 dólares --lo que sería una cantidad equivalente a unos 3.500 dólares actuales (3.139 euros)--, hacer entrega de una copia de sus huellas y una fotografía además de lograr la aprobación del jefe de Policía local y de la ATF, algo que podía llevar ente cuatro y nueve meses.
A pesar de estas restricciones, la popularidad de los silenciadores ha crecido de forma exponencial recientemente. La inflación ha erosionado el precio del permiso de compra y las nuevas empresas a cargo de su facturación han creado modelos más ligeros y asequibles. El coste habitual del producto oscila ahora entre los 200 y 2.000 dólares.
Además, el mayor número de silenciadores vendidos no se ha traducido en un mayor número de ellos utilizados en actos criminales. La Policía de Filadelfia y Richmond, Virginia, dos de las ciudades con una tasa de criminalidad más elevada en el este de Estados Unidos, han revelado que no han registrado el uso de silenciadores en ningún crimen, según portavoces de ambos departamentos.
Los supresores, según la industria armamentística, se utilizan en crímenes únicamente de manera anecdótica. Un estudio de 10 años de recorrido publicado en 2007 y realizado por el Western Criminology Review, mostró que se habían empleado silenciadores únicamente en cerca de 30 o 40 de los 75.000 casos criminales registrados en un año. La razón es que los perpetradores no hacen uso de armas con silenciador debido a lo difícil que resulta esconderlas bajo la ropa.
A pesar de todo ello, lo que sí se han mantenido estables son las penas por uso indebido de un supresor. De ser declarado culpable de utilizar un silenciador durante un crimen violento, el perpetrador se enfrentaría a un mínimo de 30 años en prisión.
NO TAN SILENCIOSOS
El líder de la Asociación Americana de Supresores, Knox Williams, ha realizado numerosas demostraciones que dejan patente que un arma, a pesar de contar con un silenciador, sigue haciendo el mismo ruido que un martillo neumático. Los fabricantes pueden reducir el sonido de la bala al salir del cañón, pero no pueden hacer nada con la explosión que se produce cuando el proyectil sobrepasa la barrea del sonido.
"Estas cosas (los silenciadores) no son lo que partidarios del control de armas creen que son", ha declarado. Su grupo, fundado en 2011, ha logrado persuadir a 16 estados para que aprueben la legalización de la caza con silenciadores y a 13 para crear leyes que eviten que los jefes de Policía locales veten peticiones de adquisición de silenciadores.
A pesar de esto, en julio, la administración del presidente estadounidense, Barack Obama, obligará a todos aquellos que adquieran silenciadores a través de un fideicomiso legal a enviar huellas y fotografías para controlar su uso. Es difícil que Obama haga frente a un cambio legislativo de este calado a nivel nacional en el tramo final de su segundo y último mandato como presidente.