Los líderes europeos no pueden abandonar a los niños refugiados

Niños refugiados con sus madres tras llegar a Lesbos
PEDRO ARMESTRE/SAVE THE CHILDREN
   
Actualizado: miércoles, 17 febrero 2016 11:24

Hace falta una respuesta colectiva que proteja a los menores y no más obstáculos

   MADRID, 17 Feb. (Por Andrés Conde, director general de Save the Children) -

   Los dos primeros meses de 2016 han supuesto un período de tiempo mortal para los migrantes y refugiados que han intentado viajes desesperados con el objetivo de comenzar una nueva vida en Europa. Naciones Unidas afirma que, durante las primeras seis semanas del año, 80.000 personas han llegado en embarcaciones al continente europeo, y más de 400 han muerto tratando de cruzar el mar, incluyendo decenas de niños.

   Al mismo tiempo que los políticos europeos se reúnan de nuevo mañana para discutir sobre la crisis, cientos de personas se embarcarán en esta peligrosa travesía marítima.

   A pesar de la bajada extrema de temperaturas que ha traído el invierno, el número de refugiados que emprende la ruta hacia Europa sigue creciendo, con un aumento de hasta un 150% más que en el mismo período del año pasado.

   Pero los peligros no terminan al llegar a la Unión Europea. El mes pasado en Lesbos, Cruz Roja informó de que dos mujeres y un niño de cinco años de edad murieron de hipotermia por las bajas temperaturas. Si no actuamos rápidamente, una tragedia mayor será inevitable.

   Más de un millón de personas cruzaron el Egeo y el Mediterráneo en el año 2015 en su ruta hacia Europa. La mayoría provenía de países desgarrados por los conflictos, la pobreza y la represión política. Sobre todo de Siria e Irak, pero también de Afganistán, Eritrea, Sudán y Nigeria. Uno de cada tres de ellos es un niño o una niña, que en su viaje se enfrentan a graves riesgos (desde el ahogamiento en el trayecto, la explotación y el abuso por parte de redes de tráfico, hasta la separación de sus padres).

RESPUESTA COLECTIVA

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   Sólo una respuesta colectiva europea puede proteger adecuadamente a los niños atrapados en la mayor crisis de refugiados que enfrenta el continente en décadas.

   Pero a medida que los líderes europeos se preparan para su reunión de alto nivel, los signos de una respuesta de este tipo son muy poco alentadores. Hace casi un año desde que los Estados miembros acordaron una agenda para las migraciones que hasta la fecha ha dado pocos resultados. No se han cumplido los compromisos en materia de reubicación, reasentamiento, financiación y puntos de registro.

   Algunos Estados miembros han intensificado sus compromisos, pero son muchos más los que han hecho lo contrario. Por ello, el Consejo Europeo de Bruselas no debe ser otra oportunidad perdida.

PLAN SUSTENTADO EN TRES PILARES

   Para que cualquier plan funcione debe basarse en tres pilares esenciales. En primer lugar, se necesita un programa de reubicación y reasentamiento que otorgue prioridad a los niños y a las niñas --tanto a los que viajan no acompañados como a los que lo hacen junto con sus familiares--, y a otros grupos en situación vulnerable. Esto reducirá los incentivos para que la gente se decida a realizar travesías peligrosas a través del mar, y reducirá el poder de las mafias que se dedican a traficar con estas personas.

   En segundo lugar, Europa debe hacer un esfuerzo conjunto para hacer frente a la crisis de refugiados en el origen. En última instancia, esto requerirá esfuerzos diplomáticos para lograr acuerdos duraderos de paz en Oriente Próximo y Afganistán, así como una mayor estabilidad en muchos países africanos.

   Pero en el corto plazo, Europa debe invertir más en ayuda para proporcionar los servicios y medios de vida que los niños y sus familias necesitan para poder tener un futuro en sus regiones de origen. Por el momento, tres millones de niños refugiados de Siria e Irak han abandonado la escuela, lo que implica el riesgo de tener una generación perdida. La conferencia sobre Siria que tuvo lugar en Londres a principios de mes supuso un primer paso importante, al lograr el compromiso de conseguir que un millón de estos niños pueda ir a la escuela a finales de 2017.

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   En tercer lugar, una respuesta europea necesita reconocer nuestras obligaciones humanitarias con las personas que llegan a nuestras costas, de conformidad con la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 y la Convención sobre los Derechos del Niño de las Naciones Unidas.

   Esto significa proporcionar recursos adecuados para las operaciones de búsqueda y rescate en el mar Egeo y el Mediterráneo, con el mandato de salvar todas las vidas posibles. También requiere que las instalaciones de recepción y de tránsito estén equipadas para el invierno, así como proteger a los niños contra el abuso sexual y la violencia.

MALESTAR DE LOS CIUDADANOS

   Por el momento, la ausencia de un plan europeo apropiado está creando un vacío donde ha crecido el malestar público sobre una crisis no gestionada, y donde los gobiernos han recurrido a respuestas unilaterales.

   Algunas recientes medidas adoptadas por los países de la UE, como los planes para requisar el dinero en efectivo de los refugiados y el establecimiento de nuevas restricciones al reagrupamiento familiar, no son sólo un riesgo añadido a la miseria a la que ya se enfrentan los niños refugiados, sino que también elevan el riesgo de envenenar el ánimo de la ciudadanía, y plantean serias dudas acerca del cumplimento de la legislación internacional.

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   La respuesta de Europa a la actual crisis de refugiados es nada menos que una prueba para sus principios fundacionales, que fueron forjados tras el fuego de la Segunda Guerra Mundial. En 1939, en vísperas de la segunda Gran Guerra continental, Dorothy Buxton, cofundadora de Save the Children, escribió:

   "Un poco de ejercicio de imaginación constructiva para hacer frente a un problema que afecta a la vida de millones de personas, y quizá al destino de Europa, una cierta demostración de los principios más humanos, que perecen en manos del fascismo, ¿cuánto podrían aumentar la esperanza de todo un mundo de personas atormentadas y desesperadas?".

LA SOLUCIÓN NO PASA POR AÑADIR OBSTÁCULOS

   Esa misma ambición y claridad moral se necesita ahora. La solución a la crisis actual no está en añadir obstáculos, peligro e incertidumbre al viaje de estos niños, que se encuentran entre los más vulnerables del mundo, sino en planificar con rapidez y a escala que los gobiernos europeos y los de los países que acogen a un gran número de refugiados trabajen juntos en una gestión de la crisis que sea tan eficaz como humana.

   Si Europa falla al hacer frente a este reto corremos el riesgo de socavar no sólo los fundamentos del derecho internacional de los refugiados y de los derechos humanos, sino también los fundamentos de las libertades y la prosperidad que los europeos hemos creado.

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