MADRID, 24 May. (Alison Wright, responsable de Políticas Humanitarias de Plan International) -
Las crisis humanitarias tienen efectos desproporcionados en toda la población, pero afectan aún más si cabe a las adolescentes y mujeres jóvenes. La desigualdad de género hace que las niñas y mujeres sean más vulnerables en cualquier contexto, pero en las emergencias humanitarias la discriminación se acentúa. La desigualdad deja a las niñas en desventaja y menos preparadas para sobrevivir a desastres y catástrofes o recuperarse después de una crisis.
Las adolescentes afrontan enormes retos de supervivencia y riesgos extremos durante los desastres y las crisis, y sin embargo son uno de los grupos más olvidados en la respuesta internacional. Aunque los planes de emergencia tienen en cuenta los derechos de las mujeres y los niños y niñas, las necesidades específicas de las adolescentes suelen quedar en el olvido. Una de las principales razones de este olvido es que a día de hoy no disponemos de información fiable sobre los problemas específicos que afrontan las niñas en este rango de edad.
Los riesgos a los que se enfrentan las adolescentes en este tipo de situaciones incluyen violencia de género, tráfico de personas y matrimonio infantil. La malnutrición y las enfermedades son también problemas comunes, ya que las niñas suelen ser las últimas en comer y, por tanto, las primeras en pasar hambre cuando hay escasez de alimentos. También es común que se vean obligadas a abandonar la escuela o forzadas a vender su cuerpo a cambio de dinero o comida para apoyar económicamente a sus familias durante las crisis.
Las adolescentes se enfrentan a una doble discriminación, por razón de su género y edad. Aunque empiezan a adoptar las responsabilidades propias de los adultos, todavía no tienen las habilidades, capacidades y conocimientos necesarios para salvar las dificultades a las que se enfrentan como mujeres. Pero, además, para muchas niñas los riesgos son aún más altos (las niñas con algún tipo de discapacidad, por ejemplo, son aún más vulnerables durante las crisis).

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), adoptados este año por Naciones Unidas, recogen el compromiso de "no dejar a nadie atrás". Una declaración de intenciones de la que se concluye que es necesario un esfuerzo especial para garantizar los derechos y cubrir las necesidades de las niñas, especialmente en contextos de crisis.
Plan International ha puesto en marcha una iniciativa para visibilizar las necesidades especiales de las adolescentes y mujeres jóvenes. La organización ha desarrollado una herramienta de análisis para monitorizar el impacto y progreso de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, contar con datos concretos y poder exigir a los responsables políticos que rindan cuentas de los progresos conseguidos. Este trabajo ayudará a mostrar la realidad que viven millones de niñas de todo el mundo y asegurar que se están tomando medidas para apoyarlas y protegerlas en cualquier contexto, también en situaciones de emergencia.
Durante las emergencias, los programas que facilitan acceso a la educación y protección frente a la violencia y la explotación sexual para las adolescentes son especialmente importantes. Por ejemplo, Plan International en Ruanda facilita espacios seguros a las mujeres burundesas del campo de refugiados de Mahama. En estos lugares se ofrece asesoramiento psicológico y un refugio temporal a las supervivientes de violencia de género hasta encontrar un lugar seguro donde puedan quedarse de forma permanente.
Otras acciones importantes están destinadas a asegurar que las adolescentes permanecen en la escuela o a ayudarlas a retomar sus estudios. En Sudán del Sur y Níger, los programas de educación intensivos durante los desastres han dado a muchas niñas la oportunidad de asistir a la escuela por primera vez. Plan International ayuda a las madres adolescentes para que puedan continuar su educación ofreciéndoles servicios de guardería y cuidados infantiles para sus hijos e hijas. De esta forma, Plan International ayuda a dos generaciones de niñas al mismo tiempo, las madres y sus hijas.
Cuando las necesidades de las niñas son obviadas, la respuesta humanitaria en situaciones de emergencia puede intensificar la desigualdad de género. De hecho, cuando las niñas no reciben asistencia, servicios y recursos, pierden la capacidad de liberar y aprovechar todo su potencial.

Por el contrario, las acciones puestas en marcha en países como Sudán del Sur o Níger permiten conseguir cambios a largo plazo en las vidas de las niñas y adolescentes. Los programas dirigidos a las adolescentes pueden servir además para motivar a la comunidad a discutir acerca de los derechos y el potencial de las niñas y mujeres jóvenes.
En este sentido, Plan International en España trabaja en el fortalecimiento de la resiliencia de niños y niñas desplazados por la violencia en Sudán del Sur y República Centroafricana. Ha puesto en marcha programas enfocados en la protección de la infancia, especialmente de las niñas, más vulnerables a sufrir abusos, violencia y explotación.
Si hacemos visibles las necesidades de las niñas adolescentes, nuestra herramienta de análisis ayudará a que se tengan en cuenta en los planes de respuesta ante emergencias. De esta forma, en 2030 todo plan de respuesta recogerá medidas para garantizar el derecho a protección y educación de todas las niñas y adolescentes.
El próximo 23 de mayo se celebrará la primera Cumbre Humanitaria Mundial en Estambul, Turquía. Las expectativas son muy altas y se espera una respuesta global para acabar con el sufrimiento de millones de personas afectadas por las crisis humanitarias. La cumbre debe reforzar el compromiso recogido en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de no dejar a nadie atrás -especialmente a las millones de niñas que viven en una situación de precariedad. Y, por eso, el cambio empieza por hacer visibles a esas niñas.