IDOMENI (GRECIA), 9 (Reuters/EP)
Los niños refugiados atrapados en la frontera de Grecia con Macedonia padecen infecciones respiratorias como consecuencia de las condiciones de insalubridad de los campos, que pueden dejar secuelas irreversibles en los recién nacidos. En total, cerca de 60 menores son atendidos cada día como consecuencia de la humedad y el humo, ha denunciado Médicos Sin Fronteras (MSF).
Asima, una recién nacida de apenas seis días de edad, es una de los cientos de niños atrapados en una "placa de Petri" de suciedad y enfermedades infecciosas, han lamentado los trabajadores humanitarios que operan en la zona. La niña, que espera poder cruzar algún día la frontera con Macedonia, descansa sobre su espalda a escasos metros de las letrinas habilitadas para los refugiados e inmigrantes que se hacinan en el improvisado campo de Idomeni.
Según los registros de Médicos Sin Fronteras, al menos 40 mujeres embarazadas se concentran en el campo de esta localidad griega, siendo el 40 por ciento de su población menores.
"Hay muchos bebés en el campo, vulnerables a infecciones respiratorias", ha descrito el vicecoordinador de la organización en Idomeni, Christian Reynders. "Los refugiados encienden fuegos por las noches para mantener a sus familias calientes. Queman de todo: madera, bolsas de plástico, ropa vieja... Pero el humo es tóxico y nos preocupa que las infecciones respiratorias, especialmente entre los recién nacidos, generen secuelas permanentes en su sistema respiratorio", ha añadido.
En total, los profesionales de Médicos Sin Fronteras atienden a cerca de 60 niños cada día como consecuencia de la exposición a la humedad y el humo.
"Hace unos minutos hemos atendido a un bebé de tres meses que solo pesaba tres kilos", la mitad del peso esperado, ha explicado una enfermera de la organización humanitaria Arsis mientras cambiaba el pañal a Asima. En total, la sanitaria ha señalado que conoce cinco casos de bebés en condiciones escuálidas.
UNA LARGA ESPERA
La madre de Asima, de origen sirio, dio a luz a su hija en el pueblo heleno de Kilkis, a 40 kilómetros de Idomeni, ahora anegado en barro tras las fuertes lluvias. Pero, poco después de abandonar el campo decidió regresar, por temor a perder su plaza, y así esperar junto con otros 13.000 inmigrantes la apertura de las fronteras balcánicas.
Sin embargo, como Asima, cientos de refugiadas esperan la apertura de los puestos fronterizos. Sarala, una siria de poco más de 20 años de edad, lleva viviendo en el campo de Idomeni 19 días, en una pequeña tienda cubierta de barro. La joven abandonó su hogar en Idlib junto con su hija, un bebé que por entonces solo tenía 15 días de edad, y cruzó a Grecia hace un mes con la intención de pedir asilo en Alemania.
"Me quedaré en el campo hasta que Macedonia abra sus fronteras", ha afirmado Sarala, mientras sostiene a su bebé que lleva un pequeño body manchado de barro. "Fui una de las primeras en llegar a Idomeni. No quiero perder mi oportunidad para cruzar", ha añadido.
Según el último recuento, cerca de 36.000 inmigrantes se encuentran varados en la frontera griega, a la espera de que los países colindantes vuelvan a permitir el paso a través de los Balcanes.