Un nuevo hospital para los afectados por la violencia y el abandono en Sudán del Sur

IGOR G. BARBERO / MSF/MSF
Actualizado: lunes, 20 mayo 2019 11:14

Las enormes distancias a recorrer hasta al hospital hacen que muchos de los pacientes lleguen en estado crítico

MADRID, 19 May. (EUROPA PRESS) -

Tener un hospital cerca siempre es una garantía de una mayor probabilidad de supervivencia, y más en un país en guerra como es desde finales de 2013 Sudán del Sur. En el país más joven del mundo la falta de infraestructuras, incluidas sanitarias ya era un problema previo, y el conflicto no ha hecho sino acrecentarlo.

Sin embargo, desde abril, en Ulang, en la región de Alto Nilo situada en el noreste del país y muy cerca de la frontera con Etiopía, tienen ahora más posibilidades de sobrevivir si enferman, sufren un parto complicado o resultan heridos de bala en los enfrentamientos, cuentan con un nuevo hospital de la mano de Médicos Sin Fronteras (MSF) que brinda atención médica secundaria a unas 100.000 personas que viven en esta localidad y aldeas dispersas a lo largo del río Sobat.

El nuevo hospital supone un cambio cualitativo para la población en esta zona remota del país, afectada por años de guerra y violencia intercomunitaria. "Nuestro objetivo es proporcionar atención médica secundaria a personas muy vulnerables afectadas por brotes recurrentes de violencia, que viven en una situación extrema y con poco acceso a servicios básicos, lo que significa que a veces tienen que caminar durante horas o incluso días para recibir una muy necesaria atención médica", explica Abdalla Hussein, coordinador general de MSF en Sudán del Sur.

El hospital comenzó a funcionar el pasado octubre, aunque de forma temporal, y desde abril lo hace de forma permanente. En este periodo, se han realizado casi 3.200 consultas médicas, se ha ayudado a 81 mujeres a dar a luz y hospitalizado a 719 personas, entre ellas 287 niños en la sala de pediatría.

ALGUNOS PACIENTES LLEGAN EN ESTADO CRÍTICO

No obstante, contar con un hospital en la zona no siempre es garantía de supervivencia. Según explica Madeleine Walder, coordinadora de terreno de MSF en Ulang, muchas de las mujeres y niños que llegan hasta el centro lo hacen "a menudo en una condición crítica porque ha pasado mucho tiempo hasta que han conseguido llegar a un centro de salud".

"Además de embarazos complicados, tratamos a pacientes con malaria grave y por heridas de bala fruto de la violencia intercomunitaria", añade Walder. Asimismo, en el hospital de MSF reciben tratamiento personas con tuberculosis y VIH que puede que hubieran presentado los síntomas desde hacía tiempo "pero nunca habían sido diagnosticados o tratados", precisa.

El doctor Imed, de Argelia, es el responsable de actividad médica de la ONG en Ulang. Segun cuenta, hasta el hospital han llegado también "casos de enfermedades fácilmente prevenibles, como la difteria o el tétanos, que surgen debido a una muy baja cobertura de inmunización de la población infantil" en esta zona remota. También reciben a niños deshidratados, desnutridos e incluso con shock séptico.

La hija de Nyamach, de 20 años, es uno de estos niños. A sus cinco años, llegó al hospital de MSF a finales de marzo con convulsiones y fiebre y aquí se le diagnosticó malaria cerebral. Además, la pequeña presentaba una herida que había provocado una infección por tétanos.

"Ahora está mejor", cuenta su madre, que vivió tres años refugiada en la vecina Etiopía y regresó en enero de 2018 a Sudán del Sur. "Antes de que MSF llegara a Ulang, muchas personas perdían la vida tras resultar heridas en tiroteos o a causa de enfermendades graves", recuerda esta madre de tres hijos. "En el pasado, para ser atendidos, teníamos que ir a Etiopía", subraya.

Yakong también es consciente de la suerte de que MSF esté en Ulang. Esta madre de siete hijos de 36 años vive en una pequeña aldea situada a dos horas a pie de la localidad, donde reconoce que criar a sus hijos "ha sido un reto" ya que "la gente pasa hambre a menudo".

"ES LA PRIMERA VEZ QUE DOY A LUZ EN UN HOSPITAL"

Ahora, ha sido madre de gemelos, a los que ha bautizado como Both y Duoth, que "significan primero y segundo en lengua nuer", explica. "Esta es la primera vez que doy a luz en un hospital. Mis otros hijos nacieron en casa. No tenía ni idea de que iba a tener gemelos", confiesa.

Por suerte para ella, escuchó que MSF había abierto un hospital y se decidió a acudir. "Si no hubiera venido aquí, algo podría haber salido mal. Nos sentimos más seguros con la presencia de MSF. Espero que se queden", confía. Yakong también espera que el acuerdo de paz suscrito el pasado septiembre por el Gobierno y los principales grupos armados se consolide. "Creo que la paz cambiará las cosas para mejor, que mis hijos tendrán una vida mejor y podrán ir a la escuela y ayudarme una vez hayan completado sus estudios", afirma.

No todas las historias de embarazadas que llegan al hospital de Ulang tienen un final feliz. La mayoría, suele dar a luz en sus casas pero otras "incluso dan a luz de camino al hospital porque les puede llevar varias horas llegar desde su aldea", lamenta Rita, una matrona portuguesa que trabaja con MSF. "Incluso después del parto siguen caminando para llegar hasta aquí", resalta.

Para que la atención a los pacientes sea lo mejor posible, Elizabeth desempeña un papel clave. A sus 25 años y tras haber vivido durante un año en Uganda, donde aprendió inglés, y luego durante cuatro años como refugiada en Etiopía, donde viven aún sus hijos, actualmente trabaja como traductora médica para MSF.

"Me gusta mi trabajo porque es importante que el personal médico obtenga una traducción precisa de lo que dicen los pacientes, ya que aquí generalmente la gente solo habla nuer", cuenta Elizabeth, aunque reconoce que no siempre es fácil ya que "no hay un diccionario y a veces ciertas palabras son un poco difíciles".

SISTEMA DE DERIVACIÓN DE PACIENTES

Los equipos de MSF también trabajan con las comunidades locales para explicar las principales enfermedades que las personas deben conocer y cuándo buscar tratamiento. Asimismo, la ONG ha puesto en marcha un sistema de derivación que prevé el traslado de pacientes, principalmente en lancha motora a través del río Sobat, desde los centros de salud hasta el hospital de Ulang.

A su vez, MSF transfiere a algunas víctimas de violencia y pacientes con afecciones que requieren cirugía u otro tipo de atención especializada a la ciudad de Malakal, que se encuentra a unas ocho horas en lancha motora, o en avión hasta la capital, Yuba.

"El área del Gran Ulang presenta desafíos logísticos, para nosotros y para nuestros pacientes", reconoce Walder. "En la temporada anual de lluvias, que dura ocho meses, la zona se vuelve muy pantanosa y el único medio de transporte es la barca, ya que la mayoría de los aviones no pueden aterrizar", explica la responsable de MSF.

"Durante la estación seca, el acceso es un poco más fácil y la población puede moverse, pero las distancias para llegar a los servicios de salud son enormes", añade Walder, aunque algunos ahora al menos tienen el hospital de MSF.

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