La ofensiva del régimen sirio sobre Deraa convierte la frontera con Jordania en una ratonera

Desplazados internos de Deraa llegan a Quneitra
REUTERS / ALAA FAQIR
Actualizado: sábado, 7 julio 2018 9:02

"Miles de vidas inocentes van a perderse, una vez más, si no se emprenden acciones urgentes", alerta ACNUR

MADRID, 7 Jul. (EUROPA PRESS) -

El Gobierno de Bashar al Assad se ha propuesto conquistar la provincia de Deraa, en una primera incursión en el suroeste de Siria, controlado por los rebeldes y grupos armados vinculados a Estado Islámico. La ofensiva ha expulsado a más de 300.000 personas de sus hogares, muchas de las cuales han escapado hacia la frontera con Jordania, cerrada desde hace dos años, donde podrían quedar varadas en una nueva Berma.

El pasado 17 de junio, las tropas 'assadistas' se fijaron como objetivo recuperar Deraa, la ciudad donde hace siete años estallaron las protestas antigubernamentales que desembocaron en una guerra civil aún en curso que suma --de momento-- un trágico balance de unos 350.000 muertos, cinco millones de refugiados y seis millones de desplazados internos.

La toma de Deraa, más allá de su simbolismo, supondría una importante victoria para Al Assad. Las provincias meridionales son uno de los tres últimos bastiones de las fuerzas sublevadas. Quedan Idlib, que los analistas políticos señalan como siguiente objetivo, y zonas del noreste cercanas a la frontera con Turquía, donde la resistencia la resistencia sería mayor.

El sur de Siria permanecía en relativa calma desde el año pasado, gracias al acuerdo mediado por Estados Unidos, Rusia y Jordania para que se convirtiera en una "zona segura". La tregua temporal hizo que residentes en otros lugares castigados por los combates huyeran hacia estas provincias. Según datos de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), antes de que arrancara la campaña militar sobre Deraa, la provincia acogía a 330.000 desplazados internos.

Los ataques del Gobierno y sus aliados sobre Deraa han hecho saltar por los aires el alto el fuego. "Unas 750.000 vidas están en peligro", ha dicho el jefe de ACNUR, Filippo Grandi. Es la gente que se calcula que vive en Deraa y las vecinas Quneitra y Sueida. Más de 320.000, ha indicado Grandi, ya han huido.

"Hemos visto lo que pasó en Ghuta Oriental, así que sabemos que el Gobierno no parará hasta hacerse con el control de cada parte de Deraa", ha contado a Amnistía Internacional un vecino de la localidad de Mseifra, en el este de Deraa, que huyó la noche del 29 de junio, justo antes de que llegaran los soldados de Al Assad.

La mayoría de los desplazamientos internos se han producido dentro de la propia Deraa. El Gobierno ha creado cuatro "corredores humanitarios" para que la población civil pueda moverse de forma segura entre las áreas que controla el Ejército sirio. Unas 15.000 personas habrían hecho uso de ellos.

EL MURO DE LA FRONTERA

Otros 60.000 habitantes de Deraa se han dirigido a la frontera con Jordania, en concreto, hacia el cruce de Nasib/Jaber. Ya no avanzarán más porque el reino hachemí cerró su linde con Siria en junio de 2016 en respuesta a un atentado con coche bomba contra un control de seguridad. Seis agentes murieron y otros catorce resultaron heridos. Estado Islámico reivindicó la autoría.

"Los desplazados internos corren el peligro de quedar atrapados entre las fuerzas gubernamentales, los combatientes de la oposición y los milicianos de Estado Islámico", ha alertado ACAPS, una ONG dedicada al seguimiento de las crisis humanitarias, en un informe reciente.

La situación recuerda a la que se vive unos kilómetros al este, en el paso fronterizo de Rukban. Unas 100.000 personas quedaron recluidas en la Berma, una pequeña franja ubicada en 'tierra de nadie', cuando Jordania clausuró la línea limítrofe. Algunas han logrado recular hacia Siria, pero se cree que unas 40.000 siguen dentro. La OCHA estima que el 80 por ciento son civiles, sobre todo mujeres y niños, aunque también hay presencia terrorista.

La ayuda dejó de llegar a la Berma porque las ONG no se fían. Temen que el agua, la comida y los medicamentos enviados caigan en manos de los terroristas y que los usen como herramienta de control sobre los civiles. Naciones Unidas, en cambio, ha optado por continuar. "Sabemos que la situación es desesperada (...) Necesitan nuestra ayuda", explicaba a Europa Press una portavoz regional de la OCHA con motivo del séptimo aniversario de la guerra siria.

El precedente de La Berma ha hecho que la ONU comenzara hace meses a "posicionar" la ayuda que "ya está siendo entregada", ha indicado esta misma portavoz. Esto es posible porque, aunque la frontera es impenetrable para los refugiados, Jordania sí permite los envíos humanitarios a Siria desde su territorio. El pasado fin de semana, un convoy de Naciones Unidas pudo llevar hasta Nasib/Jaber suministros suficientes para 35.000 personas.

La OCHA apunta en su último balance que será necesaria más ayuda por las "duras" condiciones de vida. Los desplazados internos carecen de refugio, quedando expuestos a "los polvorientos vientos del desierto y a altas temperaturas de hasta 45 grados celsius", así como de bienes de primera necesidad y atención médica. Al menos doce niños, dos mujeres y un anciano han muerto en Nasib/Jaber por deshidratación, enfermedades contagiosas y picaduras de escorpión.

CLAMOR INTERNACIONAL

"Pedimos al Gobierno jordano que mantenga la frontera abierta", ha reclamado la portavoz del Alto Comisicionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Liz Throssell, unas palabras que distintas agencias de la ONU han repetido hasta la saciedad esta semana para evitar que Nasib/Jaber se convierta en otra Berma.

Grandi ha dado un paso más y ha pedido directamente a Jordania que deje entrar a los civiles atrapados en el cruce fronterizo y les conceda asilo temporal. Al mismo tiempo, ha instado a la comunidad internacional a "apoyar inmediatamente" a la nación árabe, que ya alberga a 650.000 refugiados sirios, de acuerdo con datos oficiales de ACNUR, si bien la cifra real rondaría el millón.

Las autoridades jordanas guardan silencio. Solo ha hablado el director del Departamento de Guía Moral del Ejército, Udé Shdeifat, para denunciar que entre los civiles hacinados en Nasib/Jaber hay cientos de hombres disfrazados de mujer que serían "combatientes de grupos armados que han sido expulsados de sus bastiones, incluidos miembros de Estado Islámico".

Jordania, por ahora, prefiere poner el acento en los refugiados que ya acoge. Alrededor del 80 por ciento ha preferido mudarse desde los grandes campamentos como Zaatari a comunidades locales donde tienen acceso a mercados, hospitales y colegios, una carga sobre la economía jordana que empieza a hacer mella. El ministro de Exteriores, Ayman Safadi, ha confesado que el retorno de los sirios es una prioridad de su Gobierno.

En esta coyuntura, algunos desplazados de Deraa han adoptado un rumbo distinto. Al menos 160.000 han recalado en Quneitra, en el valle de los Altos del Golán. Sin embargo, han encontrado otra frontera cerrada: la de Israel. Mirad Ghabaghbi, un vendedor ambulante de 46 años que huyó a Jordania y regresó, ha vuelto a escapar con su familia. Ahora viven en el coche. "Solo quiero seguridad para mi familia, allí dónde esté", ha dicho a Reuters.

"Aún no es demasiado tarde para salvar vidas. Urgimos a todas las partes a permitir el paso seguro de los civiles que quieren huir de la lucha", ha sostenido Lynn Maalouf, de Amnistía Internacional en Oriente Próximo. "Si no se emprenden acciones urgentes", ha enfatizado Grandi, "miles de vidas inocentes van a perderse, una vez más".

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