BUDAPEST, 20 Sep. (EUROPA PRESS) -
Los violentos disturbios del lunes por la noche entre manifestantes y fuerzas del orden que se saldaron con más de 150 heridos, un centenar de ellos policías, no parecen haber hecho mella en el primer ministro húngaro, Ferenc Gyurcsany, que ayer se negó a presentar su dimisión pese a que en una grabación difundida el domingo y que generó la protesta admite haber "mentido mañana, tarde y noche" al país sobre la situación de la economía con el fin de ganar los comicios de abril pasado.
Para Gyurcsany, los disturbios en torno a la sede de la televisión húngara han representado "la noche más larga y oscura" para el país desde el final del comunismo en 1989. Pese a ello, en una entrevista concedida a AP, se negó desafiantemente a dimitir como pedían los manifestantes, prometiendo que seguirá adelante con las reformas para sanear la economía.
"Me quedo y hago mi trabajo. Estoy muy comprometido con cumplir mi programa, mis ajustes financieros y reformas", aseguró el primer ministro. "Sé que es muy difícil para el pueblo, pero es el único camino para Hungría", opinó. Gyurcsany condenó el "vandalismo" de los entre 2.000 y 3.000 manifestantes que se enfrentaron a la Policía e invadieron la sede de la televisión húngara, pero dijo que tiene plena confianza en la capacidad de la Policía para restaurar el orden.
Sin embargo, parece más que probable que se produzca una tercera noche consecutiva de protestas. Cientos de policías han sido enviados a la parte de Pest de la capital para reforzar a las fuerzas apostadas en los edificios gubernamentales y varios miles de personas se han concentrado ya ante el Parlamento.
La creciente ira ha venido provocada por las medidas de austeridad llevadas a cabo por la coalición que encabezan los socialistas de Gyurcsany para reducir el déficit, lo que le ha llevado a aumentar los impuestos y anunciar planes para despedir a numerosos funcionarios e introducir tasas directas en el sector sanitario, medidas todas ellas muy impopulares.
Hasta que el escándalo saltó el domingo, Gyurcsany, de 45 años, había sido el 'chico de oro' de los socialistas. Su coalición con la Alianza de Demócratas Libres en abril pasado se convirtió en el primer gobierno húngaro que consigue la reelección desde que se restableció la democracia en 1990.
Los disturbios se produjeron después de una protesta pacífica el domingo en el exterior del Parlamento a la que acudieron varios miles de personas, tras conocerse una grabación de mayo filtrada a los medios locales en la que Gyurcsany admitía que había mentido repetidamente al país sobre el verdadero estado de la economía húngara para ganar los comicios.
"MENTIDO MAÑANA, TARDE Y NOCHE"
Los comentarios de Gyurcsany, hechos al grupo de diputados socialistas, ponían en duda las capacidades de algunos de los principales expertos económicos del país. "Hemos cometido errores, no pocos, sino muchos", afirmaba en la grabación el primer ministro. "Ningún país europeo ha hecho algo tan estúpido como nosotros", agregaba.
"Casi me muero cuando durante un año y medio hemos pretendido que estábamos gobernando, en lugar de ello, hemos mentido mañana, tarde y noche", afirmó. Además, dijo que la economía se ha mantenido a flote gracias a la "divina providencia, la abundancia de dinero líquido de la economía mundial y cientos de trucos".
A última hora de ayer, el número de personas congregadas ante el Parlamento había aumentado y varios cientos de manifestantes se escindieron del grupo principal y se dirigieron hacia la sede de la televisión estatal, donde pretendían proclamar sus demandas en una emisión en directo. Unos pocos de ellos intentaron romper el cordón policial pero la Policía les repelió con cañones de agua y gases lacrimógenos. A continuación la Policía intentó dispersar al resto de manifestantes con cañones de agua pero se vio superada.
Los manifestantes prendieron fuego a varios vehículos y atacaron también un gran obelisco que recuerda a los soldados soviéticos que fueron abatidos en su intento por repeler a las fuerzas nazis de Hungría a finales de la Segunda Guerra Mundial. Algunos de los manifestantes portaban banderas blancas y rojas de la primera dinastía real del país.
La Policía, cuya presencia ser ha visto reforzada a lo largo de hoy, consiguió hacerse con el control de la situación después de cinco horas y el ministro de Justicia, Jozsef Petretei, que supervisa a la Policía, presentó su dimisión por los hechos, pero Gyurcsany no la aceptó.
FILTRACIÓN
Por el momento no está claro quién ha filtrado la grabación pero el propio Gyurcsany ha admitido su autenticidad y pareció aliviado de que se haya hecho pública, lo que ha hecho aumentar los rumores de que él mismo pueda estar implicado. De hecho, algunos analistas consideran que el escándalo podría beneficiarle ya que pondría de manifiesto los problemas económicos del país y le dejaría a él el papel de salvador.
El presidente húngaro, Laszlo Solyom, afirmó el lunes que existe una "crisis moral" en el país, y pidió al primer ministro que reconozca que ha puesto en peligro la confianza de la población en la democracia.
Por su parte, los dirigentes de la oposición consideraron que la democracia de Hungría se encuentra en una "crisis sin precedentes" y prometieron que intentarán sacar del poder a Gyurcsany por todos los medios constitucionales disponibles.