Siete policías y tres manifestantes heridos por las protestas contra las expropiaciones mineras en Minowa

MADRID 26 Abr. (EUROPA PRESS) -

Siete policías y tres manifestantes han resultado heridos en el segundo día consecutivo de movilizaciones contra la mina de cobre ubicada en la localidad de Minowa, en el noroeste de Birmania, según han informado las autoridades locales.

Al parecer, alrededor de un centenar de habitantes han intentado cultivar la tierra que ha sido expropiada por el Gobierno para dedicarla a la explotación minera, según ha informado la cadena británica BBC.

Unos 400 policías han tratado de impedirlo dando lugar a un enfrentamiento en el que siete agentes y tres manifestantes han resultado heridos. De estos últimos, tres están graves, uno de ellos por un disparo en la pierna.

Los disturbios comenzaron el pasado miércoles, cuando cientos de habitantes decidieron ocupar los terrenos expropiados y las fuerzas de seguridad intentaron desalojarlos.

Los incidentes más graves se vivieron el pasado mes de noviembre, cuando, según un informe de Justice Trust y juristas birmanos, la Policía lanzó granadas de fósforo blanco por tierra y aire contra los campamentos de manifestantes instalados cerca del yacimiento de cobre.

Por su parte, la comisión especial creada por el Parlamento de Birmania para investigar este suceso ha concluido que las fuerzas de seguridad usaron bombas de fósforo y de humo contra los manifestantes en Minowa.

Justice Trust y juristas birmanos también han investigado las supuestas expropiaciones ilegales y han determinado que funcionarios locales obligaron --con mentiras e intimidación-- a los dueños de los terrenos mineros a ceder la propiedad de los mismos.

A pesar de ello, la comisión especial ha considerado que "el macro proyecto es beneficioso para el país, aunque este beneficio sea pequeño", por lo que ha recomendado seguir adelante con el mismo, a pesar de la firme oposición de la población local.

El yacimiento de cobre está gestionado y explotado por militares birmanos y una empresa china. El caso ha puesto el foco de atención en la capacidad de las nuevas autoridades birmanas para abordar los problemas de la época dictatorial.