Supervivientes

Rescate en el Mediterráneo
PETER EICKMEYER/SOS MEDITERRANEE
   
Actualizado: miércoles, 14 septiembre 2016 10:15

MADRID, 14 Sep. (Por Sarah Giles, doctora de Médicos Sin Fronteras a bordo del Aquarius) 

Una obviedad de la medicina es que los supervivientes sobreviven. Por ejemplo, aquellos que llegan al hospital en ambulancia desde el lugar de un accidente ya han sobrevivido al suceso original y tienen un mayor índice de supervivencia a medida que pasa el tiempo. Pero todos sabemos que hay personas que mueren en el lugar del accidente, personas que nunca llegarán al hospital.

En estos momentos, me encuentro trabajando en el Aquarius, un barco fletado conjuntamente por Médicos Sin Fronteras (MSF) y SOS Méditerranée. En el Mediterráneo, contamos la cifra de personas rescatadas y el número de cuerpos que recuperamos tras un intento fallido de cruzar este mar. Pero la cantidad de personas que suben a bordo de los barcos de rescate no indican, necesariamente, el número total de aquellos que empezaron el viaje.

Al menos el 60% de las personas que rescatamos son hombres jóvenes y sanos, pero esa cifra es engañosa. Sin duda, hay personas en peores condiciones de salud que han muerto en el camino. El largo viaje hasta las playas de Libia, donde la mayoría sube a bordo de una deplorable balsa de goma que representa su única oportunidad de llegar hasta Europa, es la parte de la historia de la que pocos están hablando.

Foto: Andrew McConnell / Panos Pictures

Nuestros pacientes nos cuentan los grandes retos y dificultades que han tenido que superar durante su periplo de cientos de kilómetros recorridos a pie, en camión o en una combinación de ambos. Nos hablan de la muerte por deshidratación de amigos y familiares en el desierto del Sáhara, de golpes y agresiones antes de subir a los camiones, de personas a las que dispararon o murieron de hambre mientras estaban bajo detención forzosa en Libia.

LOS QUE SUBEN A LOS BARCOS SON SUPERVIVIENTES

Quienes suben a bordo de precarias embarcaciones en el Mediterráneo son supervivientes. Puede sonar cruel e irónico, pero las personas que sobreviven al desierto, a la violencia y a las agresiones sexuales, se las puede considerar afortunadas. Aunque afortunado puede no parecer la palabra adecuada.

Me preocupan. Me preocupan todos los posibles pacientes que nunca llegué a conocer. Aquellos que, según nos relatan las personas rescatadas, han recibido disparos en las piernas y no han podido subir a bordo de las lanchas de goma. Aquellos que están demasiado débiles para salir de su escondite, una zanja en la arena donde esperan durante días a que las condiciones del mar sean apropiadas para que la balsa pueda salir de playa. Aquellos que son detenidos por las autoridades y devueltos a Libia, un país donde carecen de derechos como refugiados y desde el que, al mismo tiempo, no pueden ser repatriados.

Foto: Giorgos Moutafis/ SOS Mediterranée

Aunque sabemos que hay una flota de barcos humanitarios, guardacostas y militares en el Mediterráneo que pueden asistir, no todos los que suben a las barcas son rescatados. En los primeros seis meses de 2016, al menos 2.760 personas han perdido la vida en el Mediterráneo central según la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), casi la misma cifra que en todo 2015.

NO HAY PATRULLAS EN EL SÁHARA

Aun así, no tenemos ni idea de cuántos habrán fallecido en el mar sin que sus muertes hayan quedado registradas. Es más, no tenemos ni idea de cuántos han muerto en la parte más larga y dura de su viaje, donde ONG y gobiernos no pueden hacer un seguimiento de la situación.
No hay barcos de ONG patrullando el Sáhara, pero este desierto está inundado de los cuerpos de quienes buscaban una nueva vida.

Que haya gente intentando cruzar el Mediterráneo es solo un síntoma de una crisis. La crisis no es que gente desesperada arriesgue su vida tratando de cruzar el mar en una embarcación frágil; la crisis es la situación de pobreza vil, guerra civil, discriminación y/o falta de oportunidades que viven en sus países.

En vez de construir muros en el mar, debemos mejorar la vida de las personas que huyen en sus países de origen para que no se vean empujadas a estos viajes mortales. ¿No sería más sensato invertir en ayudar a los países de donde huyen la mayoría de los refugiados en vez de aumentar la capacidad naval en el mar? Hay que tratar la causa en lugar de paliar los síntomas. Eso es lo que hacen los buenos médicos.

Foto: Donal Gorman/ MSF