Turquía.- Turquía pretende salir de una de sus mayores crisis políticas con las elecciones generales anticipadas

Actualizado: domingo, 22 julio 2007 10:21

El país euroasiático no sabe aún cómo ni cuándo decidirá el nombre de su futuro presidente

ESTAMBUL (TURQUIA), 22 Jul. (del corresponsal de EUROPA PRESS, Ildefonso González) -

Turquía tratará de superar con las elecciones legislativas anticipadas de hoy una de las peores crisis políticas e institucionales de su reciente historia. Sin embargo, todavía se desconoce cuándo y cómo nombrará a su futuro presidente de la República, a pesar de que el asunto ha sido, junto a una posible intervención militar en el norte de Irak, el principal tema de campaña.

Todo comenzó el pasado 14 de abril, cuando en torno a medio millón de personas se manifestaron en Ankara para protestar contra la eventual candidatura a la Jefatura de Estado del primer ministro, Recep Tayyip Erdogan. Su Gobierno, liderado por el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), contaba con la mayoría absoluta en el Parlamento, el órgano responsable de elegir al presidente. Así, cualquier aspirante al cargo que los islamistas moderados propusieran, debía salir indefectiblemente investido después de una serie de votaciones en la Cámara de Diputados.

Aunque Erdogan reculó en sus aspiraciones y delegó en su mano derecha, el ministro de Asuntos Exteriores, Abdulá Gül, la oposición se había confabulado ya para boicotear su designación.

El conocido como 'establishment' laico --representado por el Partido Republicano del Pueblo (CHP), el Ejército, un amplio sector de la sociedad (en el que se incluye la administración pública y la judicatura) y el actual jefe de Estado, Ahmet Necdet Sezer-- no podía permitir que un islamista moderado ocupase la Presidencia, un cargo que representa como ninguno los valores laicos que impuso el fundador de la Turquía moderna en 1923, Mustafá Kemal Atatürk.

La elite 'kemalista' sospecha que si el AKP controla también la Jefatura de Estado, además del Gobierno y el Parlamento, tendría las manos libres para poner en marcha una supuesta "agenda oculta" para islamizar el país.

No obstante, el miedo a perder su tradicional cuota de poder es seguramente su mayor temor, ya que los intentos del AKP por virar hacia una 'sharia' (ley islámica) --que castigaría el adulterio, restringiría la venta de alcohol o introduciría el 'hiyab' o pañuelo islámico en los centros públicos-- han sido rechazados por la sociedad turca y oportunamente retirados por las autoridades.

Precisamente, la posibilidad de que la esposa de Gül, una firme defensora del 'hiyab', se convirtiera en primera dama fue el principal argumento de la oposición para impedir la elección de Gül.

Amparándose en un artículo de la Constitución de 1982 susceptible de múltiples interpretaciones, el CHP solicitó al Tribunal Constitucional que anulara la primera votación en el Parlamento porque no se había alcanzado el quórum necesario de dos tercios de los 550 diputados. Era el 27 de abril y esa misma noche, el Ejército hizo acto de presencia con un polémico comunicado en su página web en el que advertía de que no dudaría en cumplir con su obligación de proteger el secularismo.

El daño ya estaba hecho por mucho que Erdogan, apoyado con firmeza por la Unión Europea pero abandonado en un momento tan crítico por el todopoderoso aliado estadounidense, se plantara ante el Ejército, calificando el comunicado de "antidemocrático" y recordando la sumisión del estamento castrense al poder ejecutivo.

La puntilla final la terminaron de poner las masivas manifestaciones populares que se celebraron a continuación a lo largo y ancho del país --todas ellas orquestadas en la sombra por el CHP y el Ejército a través de un conglomerado de organizaciones no gubernamentales lideradas por la Asociación del Pensamiento Kemalista (ADD)-- y la decisión del Tribunal Constitucional de darle la razón al CHP e invalidar la primera votación parlamentaria.

Así, presionado por todos los frentes kemalistas, al Ejecutivo no le quedó otra alternativa que convocar elecciones generales anticipadas para el verano, cuando en principio estaban previstas en noviembre.

En las semanas siguientes, el AKP consiguió que el Parlamento aprobara una reforma constitucional que deja en manos de la población turca, a través de un referéndum, la decisión de elegir a su presidente en las urnas o de seguir delegando su nombramiento en el Parlamento. El nuevo método establece que haya dos rondas electorales y reduce el mandato del jefe de Estado a cinco años, en vez de siete, prorrogables a un segundo quinquenio. Así, Turquía se encaminaba a una doble cita electoral después de los comicios legislativos: primero un plebiscito, que podría ser a finales de octubre, y después unas presidenciales en diciembre.

LA POLÉMICA PRESIDENCIAL CONTINÚA

No obstante, todavía no está claro si el país euroasiático optará por la vía del referéndum popular, apoyada por tres de cada cuatro turcos según un sondeo, o si el Parlamento que salga de la cita con las urnas el 22 de julio se encargará de elegir al futuro presidente. Según establece la Carta Magna, si la nueva Cámara de Diputados no nombra a un jefe de Estado en 40 días, hay que convocar elecciones generales otra vez. Y así sucesivamente hasta que Turquía conozca el nombre de su undécimo presidente.

La campaña electoral no ha servido para dilucidar cuál es la fórmula que se empleará, sino para constatar que las posibilidades de que los islamistas moderados y la oposición alcancen un acuerdo para presentar un candidato de consenso son nulas. Mientras que Gül ha dejado claro que él seguirá siendo el aspirante a presidente del AKP y que, en caso de que se celebren elecciones por sufragio universal directo, conseguirá el 70% de los votos, Erdogan ha llegado a amenazar con que el Palacio de Çankaya (la mansión de los jefes de Estado en Ankara) es "de los suyos".

Por su parte, el CHP, mucho más conciliador, ha propuesto que las partes pacten un candidato al cargo ajeno al Parlamento, es decir, que no esté afiliado a ningún partido político. Incluso, no se ha mostrado en contra de que la esposa del próximo jefe de Estado lleve el 'hiyab'.

Así, los expertos y la prensa local han comenzado a especular con nuevos posibles pretendientes que podrían ser del agrado tanto del AKP como del CHP. Entre ellos figuran el ex jefe del Estado Mayor del Ejército turco, Hilmi Ozkok; el viceprimer ministro Abdullatif Sener; el ex ministro de Asuntos Exteriores, Hikmet Çetin; el secretario general de la Organización de la Conferencia Islámica (OCI), Ekmeleddin Ihsanoglu y el presidente del Tribunal de Apelaciones, Osman Arslan.

Según los observadores locales, el debate presidencial tal y como se está planteando durante la campaña electoral, en términos de enfrentamiento, podría conducir a Turquía a un callejón sin salida. Lo más razonable, agregan, es esperar al resultado de las legislativas del domingo. Si el AKP revalida su mayoría absoluta y obtiene el apoyo del MHP, que según las encuestas podría superar la barrera electoral del 10% y entrar en el Parlamento, y de los candidatos independientes kurdos, el CHP se quedaría sólo en sus reivindicaciones.

"Aún habría esperanza para evitar un impasse político", valoró recientemente el diario 'The New Anatolian". Así las cosas, habrá que esperar al desenlace del 22 de julio y a los juegos de alianzas que se puedan establecer, ya que a día de hoy ni los más halagüeños vislumbran un escenario de consenso en Turquía.