KIEV 25 Feb. (Por Ionuts Raita, director de Acción contra el Hambre en Ucrania) -
Ser ucraniano hoy, desplazado en tu propio país por tres años de conflicto, es enfrentarse a un trágico dilema: elegir entre una supervivencia precaria lejos de casa o regresar a regiones cercanas a la línea del frente, poniendo en peligro tu propia vida. En algunos casos, los desplazados deciden incluso regresar a los territorios controlados por Rusia, sacrificando su identidad ucraniana.
Ucrania sigue siendo una de las mayores crisis de desplazamiento del mundo, con 6,8 millones de personas que han huido del país desde el 24 de febrero de 2022. Otros 3,6 millones de personas se encuentran desplazadas internamente, y en el sureste continúan produciéndose nuevos desplazamientos. El 40% de la población necesita ayuda humanitaria.
Más del 80% de los desplazados en Ucrania dependen de la ayuda humanitaria. Pero el número de personas desplazadas internas que puede acceder a servicios se ha reducido en más de la mitad, de 2,5 millones en 2023 a 1 millón en agosto de 2024, mientras que muchos desplazados luchan por encontrar soluciones de alojamiento permanente. A 1 de julio de 2024, sólo 2.995 personas vivían en alojamientos municipales provisionales, pero las necesidades podrían ser mayores. En la segunda mitad de 2024, más de 200.000 personas tuvieron que huir de sus hogares debido a la rápida evolución de los combates en el frente.
Con la disminución de las ayudas, el aumento del coste de la vida y el deterioro de la situación económica, 9 millones de personas en Ucrania viven en la pobreza. En las regiones cercanas a la línea del frente, como Jersón, Járkov, Mikolaiv, Sumi y Donetsk, la tasa de desempleo registrado ha alcanzado el 22%, pero el desempleo no registrado podría ser mayor. En estas zonas, la pérdida de medios de subsistencia y la subida de los precios dificultan el acceso a una alimentación adecuada. Como consecuencia, el 15% de la población necesita ayuda urgente para alimentarse adecuadamente.
La crisis energética, causada por los ataques a las infraestructuras, ha trastocado aún más la atención sanitaria y el acceso a los servicios esenciales. Los cortes de electricidad y los daños en las infraestructuras están dificultando el funcionamiento de los hospitales, el acceso a los medicamentos, al agua, al saneamiento y a la calefacción. Las poblaciones vulnerables, como los ancianos, los enfermos crónicos y las personas con discapacidad, son las que más sufren las consecuencias de esta situación.
La destrucción de las infraestructuras educativas, su transformación en centros de acogida de desplazados y la escasez de profesores han pasado factura al sistema educativo. En las zonas cercanas al frente, donde ya no es posible la educación presencial, la enseñanza a distancia se ve dificultada por los cortes de electricidad y la inestabilidad de la conexión a Internet. El resultado es que toda una generación de niños y niñas ha dejado de recibir educación.
Muchos ucranianos, que han sufrido pérdidas desgarradoras como la muerte de seres queridos o la destrucción de sus hogares, se encuentran sumidos en una profunda angustia. Según la OMS, 10 millones de personas podrían sufrir trastornos mentales a corto y medio plazo. El impacto psicológico del conflicto podría durar décadas, ejerciendo una presión adicional sobre un sistema sanitario debilitado. Por eso, la atención a la salud mental, especialmente de niños y adolescentes, es una prioridad para nuestra organización.
Acción contra el Hambre trabaja en Ucrania desde marzo de 2022. En las regiones de Dnipro, Donetsk, Zaporiia, Járkov y Sumi, proporcionamos apoyo en las áreas vitales de salud, salud mental y apoyo psicosocial, agua, higiene y saneamiento, así como seguridad alimentaria y medios de vida. En 2023, nuestros programas ayudaron a 675.364 personas.
Nuestros equipos y socios locales están comprometidos con la ayuda diaria a la población ucraniana, pero nos enfrentamos a grandes retos. El acceso humanitario, especialmente cerca de la línea del frente, es cada vez más difícil y peligroso. Además, la reducción de la financiación humanitaria y la fragmentación de la ayuda están dificultando la capacidad de las organizaciones para responder a las necesidades. Es probable que la suspensión de la financiación humanitaria estadounidense de 2.600 millones de dólares empeore la ya grave crisis humanitaria.
A pesar de la amenaza de ataques aéreos, ataques de drones, minas terrestres y restos explosivos de guerra, los trabajadores humanitarios arriesgan sus vidas para llevar ayuda a quienes la necesitan. Pero este compromiso solo puede continuar si los esfuerzos humanitarios cuentan con el apoyo de la comunidad internacional.