SANÁ, 15 May. (Por Rajat Madhok, UNICEF) -
Enclavada en el corazón de uno de los muchos congestionados barrios chabolistas, está una única habitación con paredes frías y desnudas a las que Nabeelá, de 33 años, llama hogar. Dentro hay una cama, un retrete y una pequeña cocina en la que apenas entra una persona.
Esta madre de cuatro y su familia viven en la chabola desde que se trasladaron aquí desde Mahaweet hace seis años en busca de una vida mejor. Después de la escalada de violencia en el país, su existencia diaria se ha convertido en una extraordinaria historia de supervivencia.
Nabeelá está esperando ahora su quinto hijo y los recursos de la familia ya son más ajustados que nunca. Como otros muchos que viven en las barriadas chabolistas, su supervivencia depende de lo que su marido pueda rebuscar de las sobras de comida dejadas fuera de los restaurantes. Cuando no puede traer comida a casa, Nabeelá pide prestados algunos granos a su hermana. Aún así, muchas de las noches sus hijos se van a la cama con el estómago vacío.

UNICEF/Madhok
"No tengo dinero para llevar a mi hijo enfermo al hospital, apenas tengo dinero para alimentarles con dos comidas al día", explica Nabeelá.
Su hijo menor, Alí, apenas tiene dos años y está gravemente malnutrido, hasta el punto que sus pequeños dedos se han retorcido. Ningún trabajador sanitario ha visitado esta olvidada comunidad.
Hasta hace seis meses, Nabeelá y su familia recibían mensualmente asistencia financiera del Fondo de Bienestar Social (SWF) del Gobierno, un programa de transferencia de dinero que llegaba a 1,5 millones de yemeníes. Según un reciente estudio, más del 70 por ciento de los que recibían dinero del SWF lo gastaban en comprar comida.
Pero en 2015, una escalada en el conflicto ya en marcha obligó al Gobierno a suspender el beneficio. Esto ha dejado a alrededor de ocho millones de personas, directa e indirectamente, sin un ingreso.

UNICEF/Madhok
La situación se ha visto exacerbada por los crecientes precios de los alimentos y los bienes básicos, la pérdida de bienes y medios de vida, y el desplazamiento, todo ello causado por el conflicto en el país.
AYUDA DE UNICEF
Ahora, UNICEF y sus socios están respondiendo a las necesidades desesperadas de Nabeelá y cientos de miles como ella lanzando un Programa Humanitario de Transferencias de Dinero. Aquellos que viven en extrema pobreza reciben una transferencia incondicional de 100 dólares al mes durante un periodo inicial de seis meses.

UNICEF
La primera fase, que ya ha comenzado, incluye transferencias a más de 10.000 hogares en las ciudades de Saná y Taiz, centradas en las comunidades más pobres y afectadas. Otros 15.000 hogares estarán cubiertos en los próximos meses, y principalmente se centrarán en la provincia de Taiz, donde la situación humanitaria es muy crítica.
"Hasta ahora hemos desembolsado dinero a familias en las ciudades más golpeadas como Saná y Taiz", explica Buthaina al Iryani, que se encarga del proyecto de Transferencia Humanitaria de Dinero en Yemen. Buthaina y su equipo trabajaron sin descanso para garantizar los fondos iniciales para el proyecto y ahora están concentrados en la financiación de la siguiente fase.
"Para nosotros garantizar los fondos para estas familias es la prioridad más inmediata. El dinero se agotará en seis meses, necesitamos que otros, especialmente la comunidad internacional, venga en apoyo de estas personas", reclama.
ESPARANZA PARA UNA JOVEN MADRE
En el marco del programa, un grupo de encuestadores va puerta por puerta en los barrios chabolistas para encontrar a las personas y familias que necesitan apoyo de forma más urgente, aquellos que viven en las peores condiciones, aquellos que tienen poco o ningún ingreso.
Cuando una familia cumple las condiciones, se registran los detalles, se toman las huellas dactilares y se les entrega una tarjeta. Estos pasos ayudarán a minimizar el juego sucio cuando se distribuya el dinero.
Hoy, el equipo de búsqueda se dirige a otra zona de la ciudad, donde se encuentra con una familia que forma parte de la comunidad marginada en Yemen de los muhamashin.
Dentro de una de las chabolas, Entisar, de 16 años, está sentada jugando con su hija de un mes, Rahma, que está gravemente malnutrida. Casada el año pasado con un chico no mucho mayor que ella, Entisar no tiene dinero para llevar a Rahma al hospital. La familia huyó de Haradh hace seis meses cuando comenzaron los combates. Su marido ahora trabaja como barrendero y la mayoría de su salario se va a pagar el alquiler de su casa de una sola habitación.

UNICEF/Madhok
Para las personas como Entisar, la transferencia de dinero por UNICEF es una línea de salvamento. Finalmente hay algo de esperanza en la vida de esta madre, que es poco más que una niña ella misma. Promete llevar a su hija al hospital tan pronto como reciba el dinero.
UNICEF está priorizando las transferencias de dinero con el objetivo de integrarlas en los mecanismos de protección social nacional en Yemen a largo plazo.