Perfil-Lissavetzky, un castizo de apellido impronunciable, hace gala de espíritu olímpico para decir que se quedará

ACTOS Y MITIN LISSAVETZKY EN HORTALEZA
EP/REMITIDO
Actualizado: sábado, 21 mayo 2011 13:15

MADRID, 21 May. (EUROPA PRESS) -

Con un apellido impronunciable para muchos, Jaime Lissavetzky hace gala siempre de su madrileñismo. "Me apellido Lissavetzky pero soy de Chamberí", pregona a los cuatro vientos cada vez que le preguntan por el origen de su patronímico, heredado de su padre, natural de Kiev. Tampoco se olvida del espíritu deportivo al asegurar, "por activa, pasiva y perifrástrica", que se quedará en el Ayuntamiento, gane o pierda.

En los círculos políticos la cuestión de su apellido se zanjó con un apelativo, 'El Ruso', con el que le conocen internamente desde que empezó a militar en el PSOE, hace ahora 37 años. A sus 60 primaveras confiesa que es un novato en esto de presentarse a la Alcaldía de Madrid pero tablas en la política tiene más que de sobra.

Así lo atestiguan los años que pasó al frente de una convulsa Federación Socialista Madrileña, la antigua FSM, donde desempeñó el cargo de secretario general desde mayo de 1994 hasta noviembre de 2000. Sin olvidar su paso por el Gobierno regional siendo consejero de Educación, Cultura y Deportes en época de Joaquín Leguina. Siempre habla con orgullo de esa época, en la que se hizo posible la Universidad Carlos III, el teatro de La Abadía o la escuela de cine ECAM.

De sus años en la Asamblea, primero como consejero y después como portavoz del Grupo Parlamentario Socialista, desde 1995 hasta 2000, conserva la relación con dos personas con las que ahora tiene que batirse, Alberto Ruiz-Gallardón (PP) y Ángel Pérez (IU). Esto demuestra que la política es un mundo más pequeño de lo que pueda parecer.

Pero su currículo político incluye además su paso como senador, diputado en las Cortes Generales y, desde luego, secretario de Estado para el Deporte, uno de los cargos que más reconocimiento le ha reportado de cara a la ciudadanía. Y es que cuando Rafa Nadal se declaró el rey del mundo, Lissavetzky estaba allí, igual que cuando la selección de fútbol o la de baloncesto llegaron a lo más alto.

Reconocido madridista --ahora puede confesarlo, una vez que ha dejado la Secretaría de Estado--, el deporte siempre ha formado parte de su vida. En su juventud practicaba el atletismo y ahora se conforma con dar unas brazadas en la piscina cuando sus obligaciones se lo permiten.

MADRID, DESTINO FINAL

Fiel escudero en las aspiraciones olímpicas de la capital, Lissavetzky siempre ha hecho gala del espíritu olímpico. Asegura que se quedará en el Ayuntamiento, pase lo que pase el domingo, porque Madrid es su "destino político final".

"Me quedaré los cuatro años y alguno más si los electores me aguantan y mi partido me quiere", ha afirmado en alguna ocasión. También aseguró que se quedaría como candidato cuando Trinidad Jiménez, el otro 50 por ciento del "tándem", se enfrentó y perdió en las primarias con Tomás Gómez. Y sí, se quedó.

Este madrileño, que se decanta por la novela negra y por un buen disco de Serrat, también es conocido por ser muy amigo de sus amigos. Nunca ha ocultado la profunda amistad que le une con una de las caras claves del Gobierno, Alfredo Pérez-Rubalcaba, de quien ha dicho que es casi su "hermano". Se conocieron en el colegio y esa amistad continuó durante su paso por la Complutense para estudiar Químicas.

Y esa, junto con la política, es su gran pasión. Doctor en Ciencias Químicas, desde 1979 es científico titular del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Instituto de Química Médica. También ha dirigido trabajos de licenciatura y tesis doctorales, además de haber sido profesor adjunto de Química Orgánica de la Universidad de Alcalá de Henares y haber impartido cursos de Doctorado sobre Química Farmacéutica en la Complutense, la Autónoma y en la de Alcalá de Henares.

No es de extrañar verle con un pin en la solapa con la imagen de una probeta, un guiño al Año internacional de la Química, declarado así por la Asamblea General de la ONU. Y no sólo la Facultad le proporcionó una profesión sino también otro tipo de química: allí conoció a la que hoy es su mujer, a quien se puede ver en numerosos actos del candidato.

Rubalcaba ha sido desde entonces su gran amigo, quien ha estado con él siempre. Pero Lissavetzky tiene muchos más apoyos, algunos de ellos protagonistas de un vídeo en el que explicaban tanto cómo se escribe su apellido, con mucha guasa, como las razones por las que no dudan en profesarle su cariño.

De él dicen que es una persona afable, sonriente, buena gente, que siempre se puede contar con él, que es bromista, trabajador, honrado, inteligente... En su trato diario son frecuentes los 'chascarrillos', que tampoco ocultan el genio de este madrileño de Chamberí.