MADRID 23 Jul. (EUROPA PRESS) -
El portavoz socialista en la Comisión de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Madrid, Pedro Santín, indicó hoy que los nuevos estanques de tormentas de la ciudad, como el de Arroyofresnos que visitó hoy la delegada Ana Botella, no tienen como último fin evitar que las aguas fluviales lleguen al alcantarillado y vayan al río, sino evitar que se inunden los túneles de la M-30, y denunció además el sobrecoste de 30 millones de euros del proyecto.
Santín explicó, en declaraciones a Europa Press, que "no tiene sentido que construyan 27 estanques, es un número absolutamente exagerado, si el objetivo es canalizar la lluvia" y tiene mucho más sentido pensar que "lo que se pretende es evitar que el agua de las tormentas que periódicamente ocurren en Madrid no inunde los túneles de la M-30".
Asimismo, el edil socialista denunció que la obra, cuyo coste de adjudicación fue de 74 millones, ha vivido desde que se licitara en septiembre de 2005 dos modificaciones al alza: la primera, en septiembre de 2006, por 15 millones de euros; la segunda, el 17 de mayo de 2007 y diez días antes de las elecciones municipales, por valor de otros 15 millones.
"En total, sólo este estanque ha tenido un sobrecoste de 30 millones de euros", puntualizó Santín, que añadió que "no ha existido ninguna justificación para el incremento".
Los socialistas también rechazan el proceso utilizado por el Ejecutivo municipal para aumentar el presupuesto, el procedimiento negociado sin publicidad, es decir, "lo han adjudicado a dedo", explicó Santín. "Este procedimiento, que viene siendo utilizado por el Gobierno del alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, es irregular porque la Ley de Contratos de Administraciones Públicas lo prohíbe cuando los contratos complementarios superan el 20 por ciento del precio inicial".
En este caso, la interpretación es doble: el hecho de que la ampliación de presupuesto se produjera en dos tandas garantizó que cada una de ellas no superara ese 20 por ciento que hace necesario pasar por todos los trámites de control. Sin embargo, en conjunto, el sobrecoste de la obra es del 40 por ciento.
En cualquier caso, éste "es un procedimiento poco transparente, irregular y dirigido directamente a evitar que haya otro nuevo concurso y que otras empresas presenten proyectos alternativos", subrayó Santín, y añadió que "éstas son las cosas que ni Gallardón ni Botella dicen nunca".