MADRID, 7 Oct. (EUROPA PRESS) -
La Sección 16 de la Audiencia de Madrid inicia mañana el juicio contra Roberto C. F., acusado de asesinar, el 9 de junio de 2005, a un joyero de la localidad de Móstoles mediante dos disparos a bocajarro en presencia de su hijo.
La Fiscalía de Madrid solicita para él 26 años de prisión por los delitos de asesinato, robo con violencia y tenencia de armas por la escopeta recortada con la que disparó a su víctima, Antonio S. A., de 54 años.
El fiscal acusa a otros seis cómplices del principal acusado, a quienes se imputan delitos de asesinato en concepto de coautores, tenencia ilícita de armas y receptación por aprovecharse de los objetos robados.
El atraco se produjo sobre las 19:40 horas del 9 de junio de 2005, cuando Roberto C. F. y sus secuaces se dirigieron a la joyería "Felipe II" de Móstoles, donde estaban su propietario, Antonio S. A., su hijo, Marcos S.S, una empleada, María A.R., y una clienta S.M.
"ESTO ES UN ATRACO".
En el escrito de acusación, el fiscal relata que Roberto C. F, José Luis A.P y otro individuo entraron en el local con el rostro cubierto con una gorra con visera y gafas de sol. "Esto es un atraco", chilló Roberto C. F., provisto de una escopeta recortada.
Así, encañonaron a las personas que había en la joyería y les obligaron a dirigirse a la trastienda. La víctima les dijo que estaban siendo grabados y que en breve acudiría la Policía.
En ese momento, según el fiscal, Roberto C. F., "con ánimo de acabar con su vida, le disparó a bocajarro con la escopeta", causando así su muerte inmediata. "Los demás acusados eran conscientes de la posibilidad de que alguno de ellos pudiera hacer uso efectivo de las armas que portaban", apunta el escrito.
Al tiempo, otra clienta llamó al timbre y entró en la joyería. Al ver al dueño tendido en el suelo y sangrando, trató de salir de la tienda, pero uno de los procesados le cogió el brazo y le gritó que "si usaba el móvil para llamar a la Policía le pegaría un tiro".
Los atracadores se apoderaron de 762 piezas de joyería que se encontraban tanto en los expositores como en el escaparate, valoradas en unos 133.000 euros. Tras el atraco, los procesados huyeron del lugar en un vehículo.