Actualizado 16/02/2009 12:39

Innova.- La UMU advierte la relación entre la exposición al cadmio y la aparición de parasitosis en tortugas bobas

MURCIA, 16 Feb. (EUROPA PRESS) -

El Grupo de Toxicología y Veterinaria Forense de la Universidad de Murcia (UMU) ha realizado el primer estudio científico sobre acumulación de metales pesados en tortuga boba (Caretta caretta) en el Mediterráneo español, y concluyó, entre sus resultados, que las mayores concentraciones de cadmio se dieron en ejemplares que padecían parasitosis severas.

Según fuentes del departamento de Promoción de la Investigación (Prinum) consultadas por Europa Press, estos resultados parecen indicar "un estado de inmunodeficiencia como consecuencia de la elevada exposición a este metal".

Asimismo, este trabajo constató que la tortuga boba del Mediterráneo sudoccidental "presenta concentraciones tisulares de zinc y cobre similares a las encontradas en otras partes del Mediterráneo y del resto del mundo".

El artículo, titulado 'Heavy metals in tissues from loggerhead turtles (Caretta caretta) from the southwestern Mediterranean (Spain)', de los autores Antonio J. García Fernández, Pilar Gómez Ramírez, Emma Martínez López, Alejandro Hernández García, Pedro María Mojica, Diego Romero, Pedro Jiménez fue publicado en la revista 'Ecotoxicology and Environmental Safety'.

Este estudio, que ha sido financiado por el Aula del Mar (Málaga) y por el Ministerio de Educación y Ciencia (CGL5959/2004/BOS), tuvo como colaboradores a los investigadores Juan Castillo, y Juan Bellido, del Centro de Recuperación de Especies Marinas Amenzadas del Mar de Alborán (CREMA), Aula del Mar, Málaga.

Este estudio se realizó sobre muestras de tejidos de tortugas varadas en las costas del Mar de Alborán, en la costa sudoccidental mediterránea. En concreto, se han analizado los niveles de metales pesados presentes en el hígado, riñón, músculo pectoral, encéfalo y hueso.

El estudio de la acumulación de metales en la fauna marina resulta de gran interés debido a los potenciales efectos tóxicos que estos elementos pueden provocar, sobre todo en los predadores situados en las partes más altas de las cadenas tróficas, con lo que "podemos estimar el tipo y grado de exposición a la que están sujetas las poblaciones y a partir de ahí obtener información de interés para su conservación y supervivencia".

Se sabe que las exposiciones subletales durante largos períodos de tiempo pueden provocar efectos tóxicos a largo plazo, tales como desórdenes reproductivos, disminución de la capacidad de defensa inmunitaria frente a infecciones e infestaciones, alteraciones nerviosas y del comportamiento, así como un mayor riesgo de padecer algún tipo de cáncer.

Estos efectos han sido descritos en un número considerable de especies, tanto terrestres como marinas, lo que nos lleva a pensar que efectos similares podrían ser observados también en las tortugas marinas. Concretamente se ha descrito la influencia de la contaminación marina en la mayor predisposición a padecer el fibropapiloma viral como consecuencia de una reducida capacidad inmunitaria.

La tortuga boba (Caretta caretta) es la especie de tortuga marina más abundante en el Mediterráneo. Las tortugas jóvenes migran desde el Atlántico Norte hasta Gibraltar y gracias a las corrientes entran en el Mediterráneo donde alcanzan la edad adulta y se reproducen.

El Mediterráneo, al ser un mar cerrado rodeado de países altamente industrializados, es considerado como de alto riesgo de contaminación por la presencia de compuestos tóxicos. Actualmente, la población de tortugas bobas en este mar se ha considerado como muy baja siendo clasificada por la UICN como "especie en peligro". Algunos autores sostienen que el aumento de la contaminación marina junto con la pérdida de lugares de nidificación son las principales amenazas de las tortugas en el mundo.

La tortuga boba del Mediterráneo sudoccidental presenta concentraciones tisulares de zinc y cobre similares a las encontradas en otras partes del Mediterráneo y del resto del mundo. Las concentraciones de plomo no parecen ser relevantes, y aunque se hipotetizan en el medio ambiente descensos de este contaminante desde que se legisló la restricción de su uso, la falta de datos previos no permite sostener esta hipótesis en las tortugas marinas del Mediterráneo.

Con respecto al cadmio, nuestros resultados revelan potenciales situaciones de riesgo de exposición que deben ser vigiladas en el futuro. Será preciso analizar un mayor número de muestras para establecer los niveles umbrales de metales en los tejidos asociados a efectos tóxicos. Aunque se han buscado correlaciones entre la edad y el tamaño de las tortugas con las concentraciones de metales, estas no han sido significativas; mostrándose la dieta como el principal factor que determina la exposición.