El embajador de España José Cuenca, (izquierda) presenta su libro 'Las mentiras del separatismo (Cataluña y Quebec)' - DIPUTACIÓN DE JAÉN - Archivo
MADRID, 29 Dic. (EUROPA PRESS) -
El diplomático español José Cuenca, embajador en Canadá entre 1999 y 2003, cree que España puede extraer lecciones de la estrategia que siguió el Gobierno federal de este país contra el separatismo de Quebec, hasta el punto de que "hoy, el soberanismo no es una amenaza para la integridad territorial de Canadá".
"En Canadá, donde la ley permite la secesión de una provincia, sea Quebec o cualquier otra, han tenido la fortuna de contar con un gran primer ministro, Jean Chrétien, que articuló una estrategia inteligente y ganadora para embridar el separatismo quebequés", ha afirmado Cuenca a Europa Press.
Esa estrategia incluyó tres pasos: una "gran operación de pedagogía", una consulta al Tribunal Supremo para conocer si Québec podría tomar unilateralmente la decisión de separarse de Canadá en virtud del Derecho doméstico o el internacional y, como punto culminante, la famosa "Ley de la Claridad" para traducir en una norma vinculante la opinión del Supremo.
Cuenca explica todo ello en su libro 'Las mentiras del separatismo (Canadá y Québec)' en el que, además, acusa al independentismo catalán de escoger de manera selectiva los aspectos de la 'solución canadiense' que les interesan para su causa, y despreciar el resto.
Primero por las diferencias entre los dos casos, y es que la Constitución canadiense permite la secesión de cualquier provincia, mientras que la española lo impide.
De hecho, en el libro relata que en una visita a España del ministro canadiense Stepháne Dion, al que Chrétien encargó todo el proceso, los estudiantes de un colegio mayor le preguntaron si él consideraba conveniente que las Cortes españolas adoptasen una Ley de la Claridad. "No hace falta, ustedes ya tienen los preceptos de su Carta Magna", fue su respuesta.
Por otro lado, Cuenca destaca que el Supremo canadiense dejó claro que Québec no podía esgrimir un derecho de autodeterminación conforme al Derecho Internacional porque no es un territorio colonial y que tampoco es posible una declaración unilateral de independencia. También dejó claro que si Canadá es divisible, Québec también lo es, en particular si lo reclama una comunidad nativa bien articulada.
Como la Constitución canadiense no se opone a la separación, acotó que debería ser fruto de una mayoría amplia --no la mitad más uno--, en respuesta a una pregunta clara y, posteriormente, fruto de una negociación con el conjunto del país. La ley no gustó a los independentistas quebequeses, que optaron por ignorarla y, a día de hoy, no se ha precisado la mayoría que sería necesaria para la independencia.
Después de que el Tribunal de Justicia de la UE haya dictaminado que Oriol Junqueras debió poder recoger su acta de eurodiputado, el embajador evita comentar la sentencia, pero sí dice que le "complace que los separatistas, por fin, acepten lo que opinan los jueces".
"Ya iba siendo hora. Solo falta que acaten también las sentencias del Constitucional, que declaran 'nulas y sin valor' las leyes de desconexión, el acto ilegal del 1 de octubre o la declaración de soberanía del Parlamento catalán", subraya.
Además, insiste en que "España es una democracia sólidamente establecida, con un sistema jurídico ejemplar y respetado en todo el mundo".
PEDAGOGÍA DENTRO Y FUERA DE ESPAÑA
Así, entre las lecciones que extrae con vistas a España, señala la "exigencia" de hacer pedagogía, tanto en el ámbito interno como en el internacional. Así, él dedica un capítulo a "desmontar" las "seis grandes mentiras del separatismo catalán", pero cree que eso es preciso "hacerlo a otro nivel, con los medios necesarios y durante el tiempo que sea menester".
"Es una tarea difícil y de muchos años; pero es imprescindible llevarla a cabo. Para construir el futuro y la prosperidad de Cataluña sobre sólidos cimientos, no sobre bocanadas de humo", añade.
UN PLAN INTEGRADOR, REALISTA Y GENEROSO
A su modo de ver, pese a que el independentismo solo piensa ya en la separación, "nunca es tarde" y ahora es "no solo necesario sino urgente" articular "un plan integrador, realista y generoso que potencie a Cataluña dentro de la unidad de España". De hecho, cree que tanto en Cataluña como en Madrid hay "gentes inteligentes, competentes y bien intencionadas" y confía en que sean "capaces de lograrlo".
Con todo, cree que medidas como trasladar a Barcelona el Senado u otras instituciones --medidas que se han puesto sobre la mesa en alguna ocasión-- pueden ser "un gesto", pero que no "resuelve nada", porque "lo que es preciso llevar a Cataluña es el Estado de Derecho y el imperio de la ley, es decir, la democracia".
"Y sobre esa base, sin violencia callejera, construir una relación de confianza, que hoy no existe, entre todos los catalanes", prosigue Cuenca.
"RÉGIMEN AUTOCRÁTICO, XENÓFOBO Y SUPREMACISTA"
En su opinión, esa estrategia es "un punto esencial" porque "los catalanes que también se consideran españoles, que, por cierto, son la mayoría, se sienten abandonados por Madrid y discriminados por el régimen autocrático, xenófobo y supremacista que gobierna Cataluña".
"No solo olvidados, sino humillados y escupidos. Lo hemos visto, en
la televisión, en actos perpetrados por vándalos callejeros, en violación de lo que ha sido la actitud tradicional de acogida,
grandeza y señorío de Barcelona", denuncia.
LA PRIMERA OBLIGACIÓN, LA INTEGRIDAD TERRITORIAL
El diplomático elude pronunciarse sobre la formación del próximo Gobierno, pero sí recuerda una frase que le dijo el propio Chrétien. "La primera obligación de un responsable político es preservar la unidad y la integridad territorial de su país. Después, mucho después, viene todo lo demás".
Cuenca da por hecho que los independentistas de los distintos países se apoyarán entre ellos, "flameando sus banderas en ruidosos actos colectivos" y asume que "están en su derecho, con tal que se mantengan dentro de la ley".
Pero lo que importa, prosigue, "no son las pancartas y soflamas de bávaros, quebequeses, corsos o bretones, sino lo que piensen y decidan los Gobiernos de Ottawa, de Berlín o de París". "Y éstos están a favor, lo han remachado en incontables ocasiones, de una España fuerte y unida, firmemente anclada en las instituciones occidentales", concluye.