TOLEDO, 10 Ene. (EUROPA PRESS)
El Ministerio Fiscal pidió hoy siete años de prisión por un delito de tentativa de homicidio para Manuel M.C., que disparó a Vicente G.C., quien le adeudaba gran cantidad de dinero y resultó herido en un brazo, en la residencia 'Santa Cristina' de Santa Cruz de Retamar (Toledo) el día 30 de octubre de 2001.
Así se puso de manifiesto durante el juicio, que quedó visto para sentencia, celebrado hoy en la Audiencia Provincial de Toledo por estos hechos, por los que el Fiscal también pide un año y seis meses de prisión por un delito de tenencia ilícita de armas para el imputado, cuya defensa sólo pide un año de prisión por ese mismo delito y la absolución de otros cargos.
En su declaración, el acusado --que estuvo siete meses en prisión preventiva-- explicó que seis meses antes de los hechos vendió un centro geriátrico a Vicente, por valor de 50 millones de euros, que este último no le pagó, alegando retraso en la hipoteca que había solicitado para hacer frente al pago.
Eso motivó que el acusado no pudiera, a su vez, hacer frente con ese dinero a la hipoteca que pesaba sobre dos pisos de su propiedad, que acabó perdiendo, dejándolo en "la más mísera ruina". Al enterarse por medio del banco que Vicente sí disponía de dinero desde hacía tiempo, Manuel decidió quedar con él y el 30 de octubre se presentó en la residencia geriátrica.
Una vez allí, y armado con una pistola que había comprado tres o cuatro años antes --por el trabajo y porque a veces transportaba grandes cantidades de dinero-- y que "no había utilizado nunca", entró en el despacho de Vicente, quien le firmó un talón por valor de 200.000 pesetas, a pesar de que el acusado le había pedido 400.000.
"ME VI DESBORDADO".
En ese momento, según Manuel, "me vi completamente desbordado" lo que motivó que sacase la pistola disparando un tiro que hirió a Vicente en el brazo, tras lo que ambos se enzarzaron en una pelea --en la que Manuel empleó el arma para golpear a la víctima-- que se extendió, con la intermediación de una trabajadora del centro, hasta la puerta de la residencia, a la que llegó la Guardia Civil.
El acusado insistió en que no es una persona agresiva, que "en ningún momento" pensó que iba a necesitar la pistola y que tampoco tenía intención de matar, y manifestó que todavía hay noches en las que4 se despierta pensando en lo ocurrido, algo que le "ha marcado tanto" que recordará toda su vida.
Tras salir de prisión, el acusado se enteró de que Vicente quería hablar con él, por lo que quedaron y, tras reconocer ambos que no habían actuado bien, la víctima le abonó a Manuel la deuda que tenían pendiente, continuando después una relación que el imputado calificó como "buena".
"NERVIOSO Y FUERA DE SÍ".
Por su parte, la víctima --policía nacional y escolta-- reconoció que adeudaba dinero a Manuel pero alegó que en el momento de los hechos "no tenía esa cantidad de dinero". Reconoció que el día 30 de octubre, Manuel estaba "muy nervioso y fuera de sí", y que fue cuando le dio el talón cuando sacó la pistola y le disparó en el brazo. Entonces hubo una pelea durante la cual su objetivo era quitarle a Manuel el arma de la mano.
La víctima, quien consideró que "cualquier persona en su sano juicio no comete un acto semejante" y que el hombre que le disparaba "no era él" --en referencia a Manuel-- tuvo que oír cómo el Fiscal le recordó que sus declaraciones ante la Guardia Civil y el Juzgado tras los hechos, incluían datos inculpa torios hacia el acusado que ahora la víctima decía no recordar.
También prestaron declaración dos de las trabajadoras de la residencia geriátrica, quienes constataron la existencia de la pelea y el "nerviosismo" del acusado, de quien una de ellas llegó a decir que el día de los hechos Manuel no le parecía "la persona que conocía", que definió como "educada, amable, tranquila y muy bondadosa".
Los dos guardias civiles que llevaron a cabo la detención de Manuel confirmaron que lo hicieron al oírle decir que "no se arrepentía porque había arruinado su vida --en referencia a Vicente--"; mientras los peritos del Ministerio Público y el Fiscal, sólo coincidieron en que Manuel podía tener una alternación psíquica.
Así, los forenses de la Fiscalía consideraron que fue un estado de ansiedad el que llevó al acusado a un estado de obcecación que podría disminuir su voluntad de no realizar un hecho; mientras el psiquiatra y la psicóloga de la Defensa aseveraron que Manuel sufrió un "sobredesbordamiento de sus sensaciones emocionales" a causa de un estrés grave que motivó un trastorno ansioso depresivo que tuvo su máximo apogeo en el momento en que vio que Vicente no le daba el dinero que le solicitaba.
'SUPUESTA VÍCTIMA'.
El abogado de la Defensa modificó, de forma subsidiaria, sus conclusiones en el sentido de considerar como una atenuante "muy cualificada" la enajenación mental transitoria de no mantenerse como eximente. También añadió otras dos atenuantes, la de reparación del daño y la de dilación indebida en la tramitación de la causa.
El letrado insistió en que su patrocinado sólo presentaba una obsesión que no era otra que le pagaran el dinero que le debían, algo que no podía conseguir si mataba a su deudor, impidiendo así cobrar.
El Fiscal recalcó que el cheque es sólo la excusa para el homicidio en grado de tentativa, y consideró "decisivo" el ánimo de matar del acusado.
El representante del Ministerio Público, que reseñó que Manuel fue a la residencia para matar a Vicente "y si no lo hizo fue porque falló el disparo", también acusó a Vicente --al que definió como "supuesta víctima"-- de haber acudido al juicio "a echar balones fuera".