El octavo imputado por el derrumbe de Santa Marina (Córdoba) prestará declaración en noviembre

Actualizado: viernes, 24 octubre 2008 15:07

CÓRDOBA, 24 Oct. (EUROPA PRESS) -

El número de imputados ya durante la instrucción del caso abierto por el derrumbe, en febrero de 2007, de una casa en el barrio de Santa Marina, en el casco histórico de Córdoba, que provocó la muerte de un matrimonio, se eleva ahora a ocho, contando con un trabajador de la obra aledaña, supuestamente causante del derrumbe, que declarará en noviembre.

En declaraciones a Europa Press, el abogado de una parte de los familiares del matrimonio fallecido, Eduardo Villarejo, explicó que lo que diga ahora como imputado este trabajador, que ya prestó declaración en calidad de testigo ante el Juzgado de Instrucción número tres de Córdoba, podrá servir para aclarar las circunstancias en que se ejecutaban las obras en el solar anexo a la casa derrumbada.

Las otras siete personas imputadas por el mencionado juzgado, que instruye el caso, están todas relacionadas con la obra supuestamente causante del derrumbe y, por consiguiente, de la muerte del citado matrimonio y son el arquitecto, el aparejador, el capataz y el encargado de la obra, además del representante legal de la constructora, el representante legal de la promotora y el representante legal de la empresa de grúas que excavó la zanja que pudo provocar el derrumbe.

Por otro lado, la última declaración ante la jueza que instruye el caso tuvo lugar el pasado 25 de septiembre y fue, en este caso como testigo, la del gruista de la obra, el cual "esclareció" algunos detalles de lo ocurrido, según Villarejo, quien recordó que "la prueba pericial ya practicada ha dejado más o menos claro que el derrumbe se produjo porque no se hicieron los bataches correctamente", es decir, que la zanja que se abrió en la obra colindante a la casa derrumbada triplicaba las dimensiones dispuestas por el arquitecto.

Esto fue algo que ya declaró, como testigo, la citada arqueóloga, quien aseguró que el día anterior al derrumbe, que tuvo lugar el 21 de febrero de 2007, "hubo una discusión muy tensa entre el capataz y el encargado de la obra", porque el primero le dijo al segundo "que no se estaba haciendo en las condiciones adecuadas el batache".

En función del resultado de las pruebas periciales y de las declaraciones aún pendientes, el letrado aclaró que, "además de la presunta comisión de un delito de homicidio involuntario, se podría estar hablando de otro delito contra la seguridad de los trabajadores", en función de si se adoptaron o no las medidas preventivas adecuadas.

ANTERIORES DECLARACIONES

También prestaron ya declaración ante la jueza que lleva el caso varios testigos, además del arquitecto, el aparejador y el capataz de la obra, éstos tres últimos en calidad de imputados, asegurando una testigo que, poco antes de producirse el derrumbe, ella vio como se estaba trabajando con una máquina, sacando tierra de la zanja en cuestión, lo que se contradice con lo ya asegurado por los obreros, quienes dijeron que dicha máquina estaba con el motor en marcha, pero sin trabajar.

A esa zanja se refirió también el capataz, quien declaró que él había comunicado a uno de los responsables de la empresa constructora que no estaba de acuerdo con cómo se estaba haciendo la referida zanja, mientras que el arquitecto y el aparejador afirmaron ante la jueza que ellos habían actuado correctamente, dando las instrucciones adecuadas y conforme a lo que determina la normativa.

También comparecieron ya ante la jueza el representante legal de la constructora y el representante legal de la promotora de la obra, que igualmente prestaron declaración en calidad de imputados, asegurando que nadie les avisó del mal estado del muro de la casa, de 100 años de antigüedad y ubicada en la calle Palomares, que se derrumbó. También dijeron estos imputados desconocer un informe de la Gerencia Municipal de Urbanismo (GMU) de 1997 que alertaba de su deterioro.

El suceso tuvo lugar pasadas las 8.00 horas del 21 de febrero de 2007, cuando comenzaron a trabajar las máquinas en el solar anexo a la casa luego derribada, en el que se estaban construyendo diez viviendas y algunas cocheras. El matrimonio falleció, mientras que su hijo pequeño sufrió heridas graves, resultando ilesa la hija mayor, que pudo salir a tiempo del inmueble.