VALLADOLID, 7 Feb. (EUROPA PRESS) -
Un policía nacional que participó en el operativo de vigilancia y seguimiento que concluyó en enero de 2000 con la desarticulación de la supuesta red de narcotráfico integrada por cinco miembros del 'clan de los Monchines' y otros siete implicados más aseguró hoy que los apodos 'Monchín' y 'Negro', correspondientes a Miguel y Salvador Romero-Larralde, respectivamente, fueron localizados junto con sus teléfonos entre la documentación incautada a los hermanos Echevarría, residentes en Madrid y que, presuntamente, eran los que aprovisionaban de mercancía al referido clan vallisoletano.
El agente declarante, miembro de la Brigada de Estupefacientes, fue precisamente quien participó en la detención de Joaquín Echevarría ('Joaqui') tras registrar su chalé de Las Rozas, en Madrid, y localizar en un armario empotrado una agenda que contenía el nombre de 'Monchín', su teléfono y la anotación de una cantidad, así como un papel manuscrito con otro número telefónico y el apodo de 'Negro'.
El 'Joaqui' y su hermano Angel ('Gele'), quienes poseen en Madrid un negocio de vehículos de ocasión, son sospechosos de ser quienes suministraban la droga al 'Clan de los Monchines', con cuyo jefe, Miguel Romero-Larralde, se entrevistaron el 23 de noviembre de 1999 en el restaurante 'La Alegría' de Martín Muñoz de las Posadas (Segovia), encuentro presenciado por el testigo policial.
Este, en su declaración durante la tercera jornada del juicio que se sigue en la Audiencia de Valladolid, desgranó el trabajo de seguimiento y vigilancia realizado al 'Clan de los Monchines' y su entorno, fundamentalmente en el enclave del desaparecido barrio de La Esperanza, y singularmente sobre su cabecilla, Miguel ('Monchín'), de quien aseguró que un día sí y otro también "despachaba con su criado", Francisco Gabarri ('Rebusca'), después de cada operación realizada.
"¡He metido en el barrio más horas que nadie!", aseguró el agente, quien, al igual que otros compañeros, sostuvo que los hermanos Miguel, Salvador ('Negro') y María Concepción ('Maruja'), esta última en tareas de venta de droga al menudeo desde la vivienda que ocupaba con su marido, Vicente Ramírez ('Jalero'), al que calificó de "convidado de piedra", se encontraban perfectamente coordinados y formaban la columna vertebral de la red de narcotráfico.
Respecto de la supuesta implicación en ella del matrimonio zaragozano integrado por Eduardo Giménez ('Maradona') y su esposa, Asunción Giménez, así como del también zaragozano Miguel Gabarre, el policía relató varias operaciones fallidas encaminadas a su detención, una registrada en el antiguo Pryca de Valladolid y otra en la rotonda del Cementerio, si bien aseguró que en ambas llegó a ver a los tres citados y a 'Rebusca' y presenció intercambio de "paquetes".
El resto de los testigos, todos ellos agentes de la Policía Nacional, fue interrogado sobre el modo en que se efectuaron los 'pinchazos" de los teléfonos de 'Monchín' y 'Rebusca', la custodia de las cintas y la transcripción de las conversaciones, así como si eran capaces de identificar las voces de las personas que aparecían en ellas. Al respecto, uno de los interrogados reconoció que tan sólo era capaz de reconocer la voz de 'Monchín'.
Durante la tediosa jornada celebrada en la Audiencia Provincial, la anécdota la protagonizó precisamente el propio 'Monchín' cuando, en un receso de unos minutos, aprovechó el descuido de los guardias civiles que le custodiaban para plantarse en la cabeza la gorra oficial de uno de ellos y esbozar una sonrisa hacia el banco en el que se encontraban algunos familiares.
Inicialmente, los doce acusados se enfrentan a penas que en su conjunto se elevan a 168 y 195 años, tal y como solicitan, respectivamente, el Ministerio Fiscal y la acusación popular, en representación esta última de la Coordinadora Contra el Narcotráfico de Pajarillos.