MADRID, 23 Mar. (EUROPA PRESS) -
Tres supuestos miembros de una célula islamista argelina que comenzó a ser juzgada hoy en la Audiencia Nacional admitieron que se interesaron por una sustancia denominada 'mercurio rojo', considerada potencialmente explosiva, pero aseguraron que iba a ser utilizada para "cosas de brujería" y para detectar metales y buscar "tesoros".
La búsqueda de esta sustancia centró buena parte de las declaraciones de los cinco acusados -Said Bouchema, Khaled Bakel, Lyes Sihamida, Salim Zerbouti y Soufiane Sadji-- que se enfrentan a penas de entre siete y 16 años y medio de cárcel por los delitos de colaboración con organización terrorista, receptación, falsificación y tenencia de útiles para falsificación.
Los cinco rechazaron responder a las preguntas de la fiscal Blanca Rodríguez y de la letrada de la acusación popular, en representación de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, y se limitaron a contestar a las preguntas de sus abogados.
En sus respuestas, todos negaron su implicación en los hechos que se les imputan y alegaron llevar vidas "normales como las de cualquier persona".
GRANDES ALMACENES EN MADRID.
Según la representante del Ministerio Público, los cinco formaban una célula liderada por Bouchema que, desde principios de 2005, se centró en buscar explosivos para llevar a cabo acciones terroristas. Según la declaración de un colaborador de la Policía, denominado en la causa 'testigo protegido A-1', llegaron a hablar de atentar contra el edificio de El Corte Inglés de la madrileña calle Princesa.
El instructor de la investigación, que hoy declaró como testigo, explicó que las pesquisas se iniciaron con la información proporcionada por este testigo protegido acerca de una posible compra de explosivos en Granada. Esta "primera fase" de la investigación culminó con la detención en julio de 2005 de "gran parte de los suministradores", de los que A-1 era el intermediario y con los que no habían alcanzado un acuerdo.
Sin embargo, explicó que se volvió a investigar a la supuesta célula al tener conocimiento de que "buscaban una sustancia peligrosa" que "incrementa los efectos de un artefacto explosivo" y que llamaban "mercurio o mercurio rojo". Esta segunda fase finalizó con la desarticulación del grupo, que no llegó a hacerse con material, y que se precipitó después de que se advirtiera que algunos pretendían vender sus negocios, lo que les hacía suponer que podrían "salir de escena".
Así, y aunque reconoció que "la espada de Damocles" durante toda la investigación era que "no aparecía ninguna sustancia explosiva", el agente de la Guardia Civil explicó que las conversaciones intervenidas a los acusados prueban que intentaban buscar sustancias explosivas. Además, recordó que en los registros efectuados en "todos los domicilios" se intervino una importante cantidad de material salafista yihadista, con "textos de calado y trascendencia".
MERCURIO, DEL DE LOS TERMÓMETROS
El primero de los acusados en declarar, Soufiane Sadji, reconoció que mantuvo conversaciones acerca del mercurio con Zerbouti, pero aseguró que era para temas relacionados con la "brujería", aunque no supo precisar si se trataba de mercurio rojo y sólo explicó que se trata de la sustancia que "está en los termómetros".
Sadji reconoció que llegó a entrar en una farmacia para preguntar por ella, pero le dijeron que "eso no existe". También admitió que habló por teléfono sobre esta sustancia con un argelino que vivía en Dinamarca, al que le explicó que el mercurio "se puede encontrar en los termómetros".
LA JUEZ: "¿NO SERÍA MERCUROCROMO PARA CURAR?"
Ante las insistentes preguntas de su abogado, que a veces hablaba de mercurio y en otras ocasiones de 'mercurio rojo', y las dudas del acusado, la presidenta del tribunal, Angela Murillo, le preguntó: "¿No sería mercurocromo para curar?". "No lo sé", respondió el acusado. Zerbouti, sin embargo, aseguró que nunca habló con nadie de esta sustancia y explicó que la única vez que oyó hablar de ella fue en un locutorio, en el que una persona, que no identificó, le pidió que buscara en internet acerca de esta sustancia, de la que sólo sabía que se utilizaba para "brujería".
Otra explicación diferente dio Sihamida, quien reconoció que un argelino le habló de que el mercurio rojo era "bien vendido" en Argelia, donde se utilizaba para "detectar metales como oro" y buscar "tesoros". Este acusado explicó que entonces se lo comentó a un amigo de Dinamarca, que vive como "un chorizo de poca monta".
DOS DICEN SER "VÍCTIMAS" DEL TERRORISMO
Sin embargo, todos coincidieron en negar cualquier implicación con actividades terroristas y algunos de ellos, al ser preguntados por sus abogados condenaron el terrorismo. De hecho, dos de los procesados aseguraron ser "víctimas" del Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC) con el que se les acusa de colaborar. Según explicaron, Sihamida se salvó por unos minutos de una explosión en un mercado en el que murieron "muchas personas" y Zerbouti perdió a un hermano víctima también de los salafistas. "Yo estoy flipando cómo aquí se me acusa de una barbaridad así", afirmó Sihamida.
Varios de ellos aseguraron que las contradicciones entre sus declaraciones en la vista de hoy y las realizadas ante el Instituto armado y el juez de instrucción se deben a las "amenazas" y las "torturas" que se les inflingieron. Según Sihamida, cuando llegó a las dependencias policiales en Madrid, un agente le advirtió: "Bienvenido a la casa del terror".
"SÓLO PEGAMOS A LAS MUJERES"
Además, relató cómo en su traslado desde Alicante -donde fueron todos detenidos-- a Madrid una agente le dijo que todos los árabes maltrataban a las mujeres y admitió que él le respondió que en España "se mata a las mujeres" y en su país "por lo menos sólo se pega".
Sihamida aseguró también que la Guardia Civil le ofreció un "trato" y en principio aceptó porque él es "víctima" y está dispuesto a ayudar a "cualquier cosa contra el terrorismo". Sin embargo, explicó que se negó después de que le explicaran que querían que "mintiera" porque "no tenían pruebas" contra el resto de detenidos.