Me pregunto si alguien votará a un partido u otro en las elecciones generales en función del premio de 2.500 euros que el Gobierno otorgará por cada nacimiento de un hijo. Si algún cerebro político, estratega de programa electoral o analista de la sede correspondiente piensa que las elecciones se ganan o se pierden por subvenciones de 2.500 euros, va apañado.
Otra cosa es que una votación se gane por un subsidio de por vida --ejemplos tenemos-- por ayudas a perpetuidad, o casi. Pero por un dinero que te vas a gastar en la canastilla, la habitación o el primer viaje una vez encasquetes al bebé a la abuela... Por eso no se ganan las elecciones.
Creo que se equivocan quien haya pensado que con esa medida ZP tendría más posibilidades de ganar y a la vez, se confunde quien desde la oposición tacha de puramente electoralista la propuesta. Porque si somos sinceros, ¿para qué dedicaríamos las cuatrocientas mil pelas cualquiera de nosotros? O preguntando más a lo bestia: ¿Alguien en España se decidirá hoy a tener un hijo, mientras que la semana pasada no quería tenerlo, tan sólo porque te caen del cielo 2.500 euros? Seamos serios.
El problema de tener hijos, para un servidor, que ya es veterano y repetidor en estas lides no es cómo sales del aprieto económico los primeros días después del alumbraniento o de hacer efectiva la adopción. Bien al contrario, el lío viene no semanas más tarde, sino meses y años después. Y lo que es peor, dura un par decenios en los que ni te acuerdas de que te hubieran dado una propinilla.
La movida laboral que para muchas mujeres jóvenes supone quedarse embarazada sí que es un problema. Bastaría con preguntar en nuestro entorno social si cualquier posible madre decide tener un hijo con confianza en su puesto de trabajo. La discriminación profesional está absolutamente al orden del día y quien lo quiera ocultar, simplemente miente o se autoengaña. Ese sí que es un problema para fomentar la natalidad.
Si consigues quedarte con tu puesto en el curro y logras renegociar haciendo filigranas el horario, entonces el problemón aparece cuando tienes que llevar al bebé a la guardería, si no tienes el morro suficiente para encasquetárselo a los abuelos por unos añitos. Ni guardería pública, ni próxima a tu casa, ni de confianza...Después, cuando tres años han pasado a toda pastilla tienes que buscar colegio y tres cuartos de lo mismo, solo que peor. Porque además aparecen los días de la semana blanca, puentes, vacaciones escolares --que la guardería no tenía--, médicos, actividades extraescolares, etc.
No quiero decir que todos estos porblemas sean competencia o responsabilidad del Gobierno o la autoridad autonómica y local de turno; no. La sociedad en su conjunto y las empresas en particular también tienen la parte de una culpa que solidariamente deberían repararLos 2.500 euros quedaron en la habtitación, en la canastilla o en aquel viaje. A nadie le amarga un dulce --Bono, dixit-- pero la verdad es mucho más problemática que cuatrocientas mil pelas.
Angel Expósito.