MADRID 24 Ene. (OTR/PRESS) - Si hemos entendido bien, las elecciones de Serbia las ha ganado la ultraderecha pero debemos alegrarnos porque es proeuropea. Éramos pocos y parió la abuela. A cualquiera le entusiasma Europa si eso le da dinero. La realidad es que Serbia sigue siendo uno de las docenas de países que se han perdido en el mapa de las convulsiones finales del siglo XX. Media Europa sigue perdida pese a su adscripción formal a una u otra cofradía multinacional. De otros parajes despuntan esporádicos ruidos de sables, fragores de guerreros incomprensibles despedazándose en fronteras probablemente inexistentes. ¿Qué pasa en Osetia, qué pasa en el Dniéster, en Moldavia, y qué pasa, incluso, en Chechenia, de la que no nos cuenta nada nuestro amigo Putin? De otros sitios, en fin, nos llegan inesperados folletos turísticos. En el milagroso Kazajstán, popularizado por Borat, una plaga de arquitectos está construyendo unos hongos futuristas que se anuncian como si fueran los poblados de Marina D'Or.
España, claro, es un proyecto de eternidad y su único objetivo es continuar la serie cutre de sus "episodios nacionales". ¿Se fijaron en la programación de televisión de fin de año? Las canciones superplugged de Raphael, las campanadas completas de Ramón García, las obras filosóficas completas de Los Morancos. Con el inicio del año han arreciado las discusiones intelectuales: ¿Es el diálogo el que pone bombas o las bombas las que disponen el diálogo?; ¿cuánto tiempo puede durar un café con Otegi sin que sea pecado mortal?; o la perla del fin de semana: ¿la violencia de Alcorcón es racista o simplemente criminal?
Sin embargo, en el mundo mundial se mueven cosas, ya veremos si hacia bien o hacia mal. Por ejemplo, están ascendiendo las mujeres: la Bachelet en Chile, la Ségolène en Francia y, en Alemania, la que es sin duda la mujer más poderosa y aparentemente más sensata de Europa: Angela Merkel. Y entra por fin en acción Hillary, que veremos si aventaja en sexo oral a su marido. Otro dato: la vieja racionalidad occidental trata de desprenderse de sus mesías rancios - Bush o Blair son ya dos personajes apestados -, pero en otras latitudes hay que contar con nuevos iluminados: Chavez o Morales - aunque este último está dando muy poquito - y, por supuesto, Ahmadineyat, llamado a complicarnos más que nadie la existencia aunque también, quizás, a simplificar el mapa de los extremistas controlados por la hidra Ben Laden.
Los cambios de coyuntura habrán venir de varios políticos rupturistas: Sarkozy o Ségolene, Hillary o el senador mestizo, incluso de Zapatero (desde luego, es inconcebible que vengan de un Rajoy). En ciertos conflictos - el crucial de Palestina - puede que el miedo tiemble gaitas y pida ayuda al pragmatismo. En todo caso, habrá que pedir su opinión a los nuevos poderes terrenales. Así, el primer ministro israelí se ido a hablar con los chinos que empiezan a desplegar por todo el orbe sus piezas de ajedrez. Los chinos que invaden Europa, derrotan a Estados Unidos en la balanza comercial, controlan gran parte de África y Suramérica y hasta reconocen estar preocupadísimos con el cambio climático. El próximo gran país, cuyos habitantes expelen una lengua hostil e indescifrable y tienen la piel de otro planeta.
Agustín Jiménez.