Actualizado 03/02/2007 01:00

Andrés Aberasturi.- La ambigüedad como territorio

MADRID 3 Feb. (OTR/PRESS) -

Por más esfuerzos que se hagan desde todos los ángulos - y mira que se han hecho y que se seguirán haciendo esfuerzo, y mira que hay ángulos- para tratar de adivinar qué piensa hacer ZP respecto al proceso de paz, el resultado siempre es el mismo: no se sabe. Cierto que salen sus ministros y desmienten cualquier posibilidad de diálogo tras el atentado en la T-4, pero no menos cierto que el presidente sigue afirmando (hace un par de días la última vez) algo que está entre el misterio y lo obvio, ese territorio confuso y ambiguo que tanto gusta transitar al señor Zapatero. En un acto publico repetía lo que siempre ha dicho: su voluntad de dedicar todo su esfuerzo y toda su capacidad a poner fin al terrorismo, "no me resigno en mantener viva la esperanza; es más: me siento obligado a hacerlo". Y en eso, claro, estamos todos, desde el PP hasta HB. El problema es qué quiere decir ZP cuando dice lo que dice tal como lo dice. Poner fin al terrorismo es el objetivo común, la gran demanda de los ciudadanos, pero las calles se llenan de manifestantes contrarios porque, para alcanzar ese objetivo, unos creen en el diálogo y las mesas y otros en la policía y en la Justicia.

Los que siguen al presidente con fe ciega, te explican que con violencia no hay dialogo, pero uno se mosquea por dos cosas: si fuera así, el jefe del ejecutivo no haría tan continuados comentarios sobre su inequívoca intención de proseguir un camino que ya no sabemos cual es exactamente y, más al Norte, la vicelehendakari del Gobierno vasco no retaría a Patxi López que niegue que ha mantenido contactos con Batasuna incluso el día del atentado.

Y luego está la calle. Esa calle que entre unos y otros llenan cada fin de semana. Hoy le toca al PP y al Foro de Ermua encabezar una manifestación contra el llamado "proceso de paz". El PP no fue -y se equivocó- a la que se condenaba el atentado de la T-4 y ayer mismo la vicepresidenta afirmaba -y tampoco tenía razón- que no era digno no manifestarse contra ETA y si hacerlo contra el Gobierno. Es posible que muchos de los que vayan hoy a la manifestación lo hagan contra el Gobierno -que tampoco deja de ser lícito y absolutamente democrático- pero la realidad es que la queja se dedica a cómo el Gobierno está manejando el fin del terrorismo. No es el fin del terrorismo lo que irrita porque en ese fin estamos todos; lo que divide a unos y otros es el medio para conseguir ese fin.

Toda esta ceremonia de la confusión la podría cortar de raíz el presidente del Gobierno dejando claro qué piensa hacer. Hubo un pleno del Congreso y no nos enteramos. Y cada vez que habla no se sabe si entra o sale de la negociación, si cierra la puerta o la deja abierta para, al más mínimo gesto, volver al diálogo. En Batasuna esperan que ETA diga algo más bien conciliador y, de ocurrir, a ver qué pasa. Si la banda terrorista no provoca una respuesta, la prueba estará en las municipales: si HB se presenta por las buenas o disfrazada, pues ya sabremos que ZP sigue en sus trece. No es bueno tener siempre a la sociedad en vilo y se engaña el político que crea que el pueblo se refleja en las posturas de barricada de los debates y las tertulias de los medios. La gente quiere saber a dónde va y por qué. Y no se sabe. La duda es si ZP lo tiene claro o tampoco.

Andrés Aberasturi.

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