Actualizado 27/01/2007 01:00

Andrés Aberasturi.- Esto no es Guantánamo

MADRID 27 Ene. (OTR/PRESS) -

Hasta el por ahora ministro del ramo, López Aguilar, ha terciado en la polémica con el consabido "respeto a la decisión de la Audiencia" para inmediatamente añadir que también "había otra soluciones con fundamento de Derecho" para resolver el caso del etarra De Juana. Todos los ojos y las columnas de la prensa se han centrado en los jueces de la Audiencia y nadie parece reflexionar sobre el verdadero meollo de la cuestión que no es sino la decisión libremente adoptada por el tal De Juana de dejarse morir de hambre. Él es el problema y no lo que haya acordado la Audiencia.

Para dejar las cosas claras una vez más, conste que he defendido siempre que los doce años por el delito de amenazas y pertenencia a banda armada, me parecen excesivos y serán rebajados con casi toda seguridad cuando se vea el recurso. Hablo de hechos y no de sentimientos. El tal De Juana me parece uno de esos tipos que provocan vergüenza y estupor al género humano, un espanto, alguien tan lejano a mí que, ni aun forzándome al máximo, me resulta compatible con lo que yo considero "ser humano". Pero ahí está llenando páginas de periódicos y horas de tertulia.

El tal De Juana se ha puesto en una dudosa huelga de hambre y aunque muchas fuentes cercanas a él físicamente lo desmienten, su vida, dicen, corre peligro. La duda ética sobre qué debe hacer una sociedad justa ante un hecho así, nace pues de una decisión personal voluntaria y libremente tomada por un tipo que ha asesinado a decenas de personas y para el que algunos ahora reclaman generosidad y benevolencia. No lo tengo claro. Lo que el tal De Juana está haciendo es sencillamente un chantaje puro y duro a todo un estado montado sobre unos principios jurídicos que deberían ser inalterables y que respetan tanto la vida de los que no respetan la vida de los demás, que ni contemplan la pena de muerte ni la cadena perpetua.

El aun ministro de Justicia -que pese al consabido respeto declarado está claro que hubiera preferido otra solución- añade lo siguiente para conocimiento general: "La gente debe saber que no es la primera vez que por preservar el derecho a la vida de un etarra o de un preso en situación de salud grave se contempla alguna otra solución". El matiz que el ministro no recuerda a la gente es que la "situación de salud grave" nunca -que yo recuerde- fue voluntariamente buscada: una cosa es tener una enfermedad irreversible o muy grave y otra bien distinta es ponerse en riesgo de muerte por decisión personal. Eso lo hizo Ghandi para bien y algunos miembros del IRA para mal.

Pero si cada uno es dueño de sus actos, las consecuencias de esos actos sólo a él le competen y en ese sentido, pese a la polémica de la decisión de la Audiencia, lo que habría que repetir es que nada de esto estaría pasando si el tal De Juana no lo hubiera provocado -insisto- personal, libre y voluntariamente. Ayer alguien se atrevía a decir nada menos que, en la práctica, la Audiencia había condenado a muerte al tal De Juana. Y no. Si sabía lo que hacia cuando mataba, también sabrá lo que hace cuando al parecer -sólo al parecer- quiere dejarse morir. En cuanto quiera que eche mano a la comida y asunto zanjado. Esto no es Guantánamo.

Andrés Aberasturi.

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