MADRID 16 Oct. (OTR/PRESS) -
Hay como una inversión (¿perversión?) en las mil y una cadenas televisivas así como en las distintas emisoras de radio: en los informativos abundan las noticias de carácter social, los sucesos puros y duros y, por supuesto, los deportes. Si lo que quiere usted es enterarse de las noticias políticas, tampoco lo tiene fácil porque la política se ha convertido en espectáculo y sólo conectando con los programas magazines, pasará directamente de las desventuras de la prensa del corazón a las trincheras de la política con dos bandos que se enfrentan, no se escuchan y están en posesión de la verdad. La información así, sin más, solamente le llegará si se abona a EFE o Europa Press.
¿Y esto es bueno? Yo creo que no; escuchar a un contertulio al que se le supone informado y con criterio asegurar que le da pena tener que votar al PSOE sólo para que no gane el PP, la verdad, no resulta en absoluto tranquilizador. Tampoco parecen tener muchos visos de limpieza objetiva la cantidad de encuestas con resultados tan contradictorios ni que los dos partido mayoritarios sean absolutamente buenos o absolutamente malos en su totalidad sin ninguna posibilidad de acierto o error según el contertulio que tenga el uso de la palabra forme parte de un lado o de otro; eso en el mejor de los casos, porque, con contadas excepciones, el uso de la palabra lo suelen tener dos a la vez que no renuncian a su discurso de forma que resulta imposible enterarse de nada.
Un ejemplo, que hoy es noticia, es el encuentro del presidente del Gobierno con el lehendakari vasco. Desde hace 24 horas, todo han sido conjeturas, futuribles, imaginaciones, posibilidades. Lógico. Lo malo es que se vendían a la audiencia como hechos probados: que ZP no iba a ser claro en el "no" al referéndum (versión de los cercanos al PP) y que en el PP ya se había diseñado la estrategia para acusar al Presidente de esa ambigüedad. La reunión ni se había celebrado, pero los oyentes y/o televidentes tenían ya la percepción de lo que iba suceder -positiva o negativa- sucediera lo que sucediera. Antes de la reunión ya se sabían los resultados y cada uno se apuntaba al que quería.
¿Pero no sería más lógico esperar a la realidad y no conformarse con la percepción interesada de los portavoces? Todo el mundo dirá que si, claro, pero la fuerza de los medios condiciona sin duda la conciencia colectiva en la percepción de la realidad de forma que cuando esta llega, ya viene contaminada por discursos previos. Y así no hay forma.
No voy a ser tan iluso de pedir a estas alturas una cierta neutralidad a los medios de comunicación ni predicar que lo que garantiza el equilibrio ideológico no es que el número de fanáticos sea el mismo de una lado que del otro sino, más bien, la no fanatización de los invitados. El espectáculo debe continuar y debe hacer mucho, mucho ruido, cuanto más, mejor. Pero al menos, no estaría de más recordarnos todos que digan lo que digan unos y otros, la única realidad es la que nos rodea, que el ruido ensordecedor tantas veces de los interesados, solo debe afianzarnos en nuestro propia voz interior que suena muy bajita, es cierto, pero es la que decide en una urna el futuro de todos y vale en el recuento lo mismo que la de los que no para de gritar.
Andrés Aberasturi