Actualizado 27/10/2007 02:00

Andrés Aberasturi.- Todos hemos sufrido mucho

MADRID 27 Oct. (OTR/PRESS) -

Vivimos días tristes en los que la incongruencia, el descaro, lo incomprensible, campa a sus anchas por la realidad nacional sin que nadie parezca tentado a poner el punto de sensatez a tantas situaciones que desconciertan al ciudadano y lo separa -aún más- de la política rastrera, electoralista y miope que vienen practicando tanto el Gobierno junto al partido que le sostiene como una oposición que entra a todos los trapos como un mihura de salón.

Las recusaciones de miembros del Tribunal Constitucional son de vergüenza, escandalosas y la más clara y palpable demostración de lo que tantas veces se ha dicho en esta humilde columna: no hay división de poderes y solo los partidos, los aparatos de los partidos, ni siquiera sus militantes, ordenan y mandan toda la vida nacional con un Poder Judicial definitivamente sometido a los intereses de quienes les han nombrado/respaldado. Y el que no lo quiera ver que no lo vea, pero sin esa independencia de Poder Judicial no hay democracia posible; habremos inventado otra cosa que ni es la dictadura del proletariado ni la del caudillo: la dictadura de los partidos, la partitocracia, lo que sea, pero, desde luego, sería faltar a la verdad afirmar que, visto lo visto, estamos en un estado democrático.

Y luego está la repugnante historia del joven de Sant Boi, el agresor de la muchacha ecuatoriana, en libertad provisional sin fianza. No me entristece la decisión de juez sino por qué hemos llegado a esta situación. El falso progresismo de la izquierda y los extraños complejos de la derecha, nos han conducido a una legislación para menores y jóvenes inadaptados verdaderamente preocupante; ¿qué está pasando en los colegios entre los propios alumnos y con los profesores? ¿Qué ocurre con lo menores delincuentes? ¿Cómo es posible que ante unos hechos como los de Sant Boi -agresión televisada, que habría que saber cuántas pasan desapercibidas- no tenga el juez argumentos que nos escandalicen a la mayoría de los ciudadanos? Una vez mas la respuesta la tienen los partidos, el famoso Poder Legislativo incapaz de cortar de una vez el desmadre que se viene produciendo ya desde la infancia porque "los derechos del niño* "

Los derechos del niño terminan donde empiezan los derechos del grupo y la dignidad del profesor y si hay que echarle de clase se le echa y si no es capaz de convivir con el resto, el Estado, todos nosotros, tendremos que decidir que aquí se vive aceptando las normas y el que no, se va de una educación que pagamos todos. Y lo mismo digo de los inmigrantes, de los nacionales y de todo aquel que pretenda hacer de su capa un sayo. Esto de vivir en una sociedad del bienestar tiene un precio que pagamos todos y, naturalmente, comporta unas obligaciones que, o se aceptan, o se le pone a uno de patitas en el arcén y allá él como se las apaña.

Lo que pasa es que este discurso no es políticamente correcto y enseguida sale el psicólogo de turno -que me personen los psicólogos en general, pero es cierto- que empieza a teorizar sobre los orígenes del bien y del mal. Vale, que teorice, pero mientras tanto, el impresentable de Sant Boi por mucha familia desarraigada, al trullo un par de noches y el niño que pega a su compañero o que amenaza a su profesor, fuera del colegio publico o concertado. Pero nadie va a tomar medidas. Tal vez si Sarkozy toma la iniciativa, como parece, aquí ya se nos quite la vergüenza y hasta lleguemos a plantearnos que algo estamos haciendo mal con tanta progresía de pacotilla y tanta rehabilitación, que es que todos hemos sufrido mucho pero la inmensa mayoría no hemos matado ni una mosca, así que, menos bromas.

Andrés Aberasturi.

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