MADRID 13 Nov. (OTR/PRESS) -
Ante los delegados asistentes a la Cumbre Iberoamericana, celebrada en Chile el pasado fin de semana, Rodríguez Zapatero salió en defensa de Aznar por los insultos proferidos contra éste por el presidente venezolano, Hugo Chávez. Lo cortés no quita lo valiente. Por tanto, al ex presidente le faltó tiempo para darle las gracias a su sucesor. Desde que se produjo el relevo en Moncloa, era la primera vez que cruzaban palabras amables. Sin embargo, la reacción oficial del partido de Aznar no ha sido tan conciliadora. El líder del PP, Mariano Rajoy, ha declarado que la defensa pública de Aznar por parte de Zapatero ha llegado demasiado tarde. Y que lo sucedido (los insultos de Chávez, la espontánea reacción del Rey contra el presidente venezolano y la propia necesidad de tener que defender públicamente a Aznar), es el efecto lógico de las amistades peligrosas de Zapatero y de una política exterior "equivocada".
Esta destemplada reacción de Rajoy contra la política exterior de un Gobierno elegido en las urnas para dirigirla, junto al resto de la acción del Ejecutivo, nos recuerda que las vísperas electorales no son buenas para recomponer consensos en políticas de Estado básicas (otra es la política antiterrorista), que, por desgracia han formado parte de la bronca política diaria durante la Legislatura que está a punto de fenecer. Se podía esperar que esa llamada telefónica de Aznar a Zapatero sirviera para romper el hielo. Al fin y al cabo, ambos podían haber capitalizado los formidables índices de la atención prestada por los españoles al foco de la noticia, que en realidad fue el espontáneo desahogo del Rey, don Juan Carlos, contra Hugo Chávez, precisamente cuando éste recibía una reprimenda de Zapatero por haber tachado de "fascista" al ex presidente del Gobierno de España. Pero si el PP se empeña en descalificar a Zapatero, estará desviando hacia su adversario político la corriente de simpatía suscitada por el Rey.
Efectivamente, Chávez es -o era- una amistad de Zapatero poco recomendable. Sobre todo ahora que este acabado ejemplar del populismo latinoamericano toma una deriva claramente antidemocrática, con su tramposa reforma de la Constitución para eternizarse en el poder. Por tanto, dicha amistad no le hace ningún favor al PSOE en términos electorales. Pero mire usted por donde, el éxito de crítica y público logrado por el Rey en Santiago de Chile llega vinculado a la contundencia de Zapatero en defensa de la honorabilidad y el respeto debido al ex presidente Aznar. Si Rajoy se empeña en mantener en este contexto su desapacible reprobación de Zapatero estará alentando indirectamente la causa electoral de su adversario.
Antonio Casado.