Publicado 08/10/2013 12:00

Antonio Casado.- El defensor de Bárcenas.

MADRID 8 Oct. (OTR/PRESS) -

Una conversación de amplio espectro con el abogado de Luis Bárcenas, Javier Gómez de Liaño, con memoria viva de juez y de miembro del gobierno de los jueces (CGPJ), facilita un mejor conocimiento de las circunstancias de su defendido: sus estados de ánimo, su horizonte judicial, las posibilidades que tiene de abandonar su condición de preso preventivo, e incluso los límites de la defensa judicial de un presunto delincuente y una persona tan vilipendiada por la opinión pública como el ex tesorero del PP, encarcelado en el centro penitenciario "Madrid 5", en Soto del Real.

Pero también sirve para acreditar la vigencia de cierta diagnosis formulada por el ex presidente del Gobierno, Felipe González, cuando se refirió a las "cañerías del Estado" como un lugar común en el oficio del gobernante. De acceso limitado a los más altos responsables de un país, eso siempre nos dejó la percepción tóxica de que el Estado se reduce al escaso número de personas con acceso a la parte sumergida del mismo.

El llamado periodismo de investigación ha merodeado por esa especie de inframundo de la política gubernamental, como estos días viene confirmando el ex policía, José Amedo, que ha hecho memoria de sus prácticas delictivas (terrorismo de Estado) en un libro de reciente aparición. Pero ese periodismo no ha pasado de la trastienda, donde el caso Gürtel, y su pieza separada, el caso Bárcenas, ha concitado un buen número de aprendices de brujo. Unos en activo y otros no, si remontamos la historia a partir de su origen en aquella famosa jornada de caza, ya hace seis años, que reunió a un policía (comisario García) un juez (Garzón) y un ministro (Fernández Bermejo).

El paso de los años no ha evitado la inevitable politización del caso ni el juego subterráneo de actores, tramoyistas y autores intelectuales. Incluidos los que se quedaron por el camino, como esa lista de cuarenta y ocho abogados que, con Bárcenas ya en la cárcel, se fueron ofreciendo al ex tesorero con las más dispares intenciones. La defensa del imputado no siempre fue la principal. Sí lo es, por cierto en el caso de Gómez de Liaño, empeñado en este momento en lograr la libertad provisional de su defendido y exigir responsabilidades por la filtración de su ficha penitenciaria y la furtiva grabación de imágenes del preso en el interior del recinto penitenciario.

En el ejercicio de esa defensa, Gómez de Liaño ha topado con esas y otras anomalías, de las que el abogado hace responsable al ministro del Interior. Como de las dificultades que encuentra en la comunicación con su cliente a través de una mampara de cristal y sin posibilidad de intercambiar documentos ajenos al proceso. Y también denuncia otra mala práctica que a afecta a todos los internos de las cárceles españolas. Se refiere a los traslados por carretera, en furgones, con bancos de metal, con las manos esposadas a la espalda y, atención, sin cinturón de seguridad.

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