Actualizado 11/10/2007 02:00

Antonio Casado.- ETA vuelve a fallar

MADRID 11 Oct. (OTR/PRESS) -

Si profundizamos en las cuestiones técnicas que rodean el atentado del martes en Galdácano -herido el escolta de un concejal socialista-, se abrirá paso la menos mala de las conclusiones posibles: estamos ante una Eta débil, chapucera, desorganizada y con muchas dificultades para cometer atentados. Pueden helarnos la sonrisa en cualquier momento porque, como suelen decir los expertos policiales en lucha antiterrorista, "nosotros tenemos que tener suerte siempre, cuando a ellos les basta con tenerla una sola vez". Pero los hechos son los hechos. Es la novena vez que lo intentan desde la ruptura del alto el fuego (5 junio 2007) y es la novena vez que fallan.

Y fallan porque, por suerte para Gabriel Giner y para todos nosotros, el atentado estaba muy mal planeado. El coche era nuevo, con solo tres días de uso, lo que significa que se cometió el atentado apresuradamente y sin el clásico seguimiento previo, algo impensable en la Eta anterior a mayo de 2003 (dos policías asesinados en Sangüesa), el último dirigido deliberadamente contra personas. Las propias dudas que en estos momentos tiene la policía sobre el objetivo personal del atentado -¿contra el escolta o contra el concejal?-, reflejan de algún modo la imprecisión técnica de quienes lo perpetraron. Si iba dirigido contra el escolta, un militante del PP, no se entiende la colocación de la bomba-lapa en el asiento trasero del coche, donde normalmente viaja la persona protegida. Y si iba contra la persona protegida, el concejal socialista de Galdácano, los terroristas desconocían la ausencia de éste y el uso privado que el escolta estaba haciendo en ese momento del vehículo nuevo de su empresa de seguridad.

Todo ello no impide apreciar un cambio cualitativo en las intenciones de la banda terrorista, si tomamos como base el tiempo transcurrido desde el atentado de Sangüesa hasta hoy. Cierto que hubo luego dos muertos más (30 diciembre de 2006 en la T-4 de Barajas), pero no fueron deliberados. A los terroristas no les importaba que hubiera muertos, pero no los buscaban. Desde entonces (tómese, si se quiere, el referente de la T-4, por situarnos en el tiempo inmediato), es la primera vez que se utiliza la bomba-lapa, que siempre va contra personas concretas y no suele fallar. En ese sentido podemos hablar de una renovada, pero no nueva, voluntad de matar en una Eta en la que, por lo demás, ha vuelto a fallar en sus abominables intenciones. Y esto sí que es nuevo: la creciente debilidad de la banda en medio del creciente acoso político, policial, judicial, social, internacional, que está sufriendo. Toquemos madera.

Antonio Casado.

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