MADRID 2 Oct. (OTR/PRESS) -
Sobre el plan Ibarretxe bis Rodríguez Zapatero ha tenido una ocurrencia verbal: "Se equivoca de país, de continente y de siglo". Alusión a la España constitucional, la Europa unida y el siglo XXI, el de la globalización y las fronteras borrosas. El cierre de la secuencia, formulada el domingo pasado en Silleda (Pontevedra), se cierra con un alarde de fuerza por parte del presidente del Gobierno: "Con la misma firmeza que le dijimos no en febrero de 2005 le volveremos a decir no ahora". Sin embargo, Juan José Ibarretxe parece haber olvidado aquel feo que le hicieron en el Congreso de los Diputados porque apenas dos años y medio después vuelve a las andadas como una mula terca. Y lo hace seis meses antes de unas elecciones generales en las que Zapatero necesita un baño de españolismo, después de haberse agenciado entre nacionalistas vascos y catalanes a los costaleros de su poder.
Eso supone que Ibarretxe, además de volver a plantear un plan soberanista ilegal, es algo zoquete como estratega ¿Cómo se le ha pasado por la cabeza creer que Zapatero está dispuesto a negociar la autodeterminación del País Vasco después del frenazo de Moncloa a los socialistas navarros y en vísperas de unas elecciones generales en las que -insisto- Zapatero necesita envolverse en la bandera de España para ganar al PP en las urnas de marzo? Eso en el caso de que no ganase el PP, pues entonces Ibarretxe lo tendría aún más crudo.
Tampoco ha debido dedicar ni un minuto de sus desvelos sabinianos a valorar la discrepancia interna personalizada nada menos que por el presidente de su partido, Josu Jon Imaz, hasta el punto de que no le ha importado su generoso mutis en nombre de la unidad del PNV. Ibarretxe, a lo suyo. Quedó clarísimo en la sesión parlamentaria del viernes pasado en Vitoria. Y volvió a escenificarse en el Día del Partido del domingo, cuando Imaz insistió en la transversalidad de los cimientos para garantizar la solidez de la construcción. Evidentemente, hablaba de la construcción de un Euskadi cargado de futuro. Y su alusión a la transversalidad, que junto a la modernización forma parte de la concepción del PNV del aún presidente del partido, es el inesquivable pacto entre diferentes. Sin ese concurso de las fuerzas políticas vascas que expresan la pluralidad vasca, los cimientos del edificio serán frágiles y "el viento se lo llevará". De acuerdo.
Lo dijo delante de Ibarretxe, pero éste no se inmutó. Si con la enemiga de Zapatero, la posición adversa de Imaz, y el riesgo de que su propio partido se divida, el lehendakari insiste en seguir adelante con su plan soberanista bis, solo queda una explicación: la huida hacia delante, como provocación, con la esperanza de que las fuerzas "españolistas" entren al trapo y el PNV vaya a las elecciones autonómicas a pelear con un frente similar al formado por Mayor Oreja y Redondo Terreros en 2001. Espero que Zapatero y Mariano Rajoy, sin dejar de pararle los pies a Ibarretxe en nombre de la legalidad, no vuelvan a cometer el mismo error.
Antonio Casado.