Actualizado 10/11/2007 01:00

Antonio Casado.- Pobre Iberoamérica

MADRID 10 Nov. (OTR/PRESS) -

Las cumbres iberoamericanas, un invento del Gobierno socialista de Felipe González, suelen pasar sin pena ni gloria. Una tras otra, y vamos por la número XVII, se suceden sin dejar la impresión de que el edificio vaya tomando forma, más allá de los encuentros bilaterales y la retórica de los discursos. No parece que en esta ocasión, la que convoca en Chile a mandatarios de una veintena de países, vayan a cambiar las cosas, a pesar de sus ambiciosos objetivos en materia de cohesión social.

Toca hablar de lo social por aquello de que después de crecer hay que repartir. Y es el caso que en estos últimos años se han registrado altas tasas de crecimiento económico en estos países de habla española y portuguesa. Como se supone que también los avances políticos permiten hablar de un buen momento en el asentamiento de las instituciones democráticas, con la excepción de Cuba y Venezuela con matices, se ha decidido dedicar el encuentro de este año a la cohesión social.

El concepto de cohesión social es de estirpe europea. Pero lo que ha funcionado de maravilla en la Unión Europa, como muy bien sabemos los españoles, no tiene por que funcionar igual en la Iberoamérica "una" y "diversa" de la que hablaba la presidenta chilena, Michele Bachelet, la anfitriona, en la jornada inaugural. Sobre todo por la posición de partida, de la que nos podemos hacer una idea a partir de un dato: lo que se gastan estos países en programas asistenciales apenas alcanza el 0,3 % del producto interior bruto (PIB) de esos países.

El dato se vuelve de lo más elocuente, y de lo más dramático, si se pone en relación con el número de beneficiarios de dichos programas sociales. Y cuando se descubre que con ese 0,3% de la riqueza de Latinoamérica se atiende a casi la tercera parte de la población total, uno se hace cruces. Y así es, porque el 30 % de la población sudamericana vive en la pobreza. Según cifras oficiales de 2006, en el continente sudamericano se contabilizan 205 millones de pobres. De ellos, 79 millones están en el nivel de extrema pobreza. Con ese telón de fondo, casi se convierten en asuntos de menor cuantía la irrupción de los pistoleros de Chavez en la Universidad de Caracas, la incertidumbre cubana, el 'nepotismo' democrático de los Kichtner, los esfuerzos de Zapatero por no hacerse fotos con Hugo Chavez -a pesar de la 'z'-, la guerrilla colombiana, los contenciosos de empresas españolas o las tensiones fronterizas entre Chile y Perú.

En segundo plano quedan también las advertencias de la OCDE sobre el riesgo que supone la pobreza para el desarrollo de la democracia en América Latina. Cierto. Pero no es el único. Son exactamente cuatro los jinetes del Apocalipsis que galopan hacia el incierto futuro de la región. Además de la pobreza, los otros tres: corrupción, analfabetismo e inseguridad.

No sé si con ese panorama se puede ir más allá de la firma del Convenio de Seguridad Social -su aplicación ya es otro cantar- y la inevitable foto de familia.

Antonio Casado

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