MADRID 12 Jun. (OTR/PRESS) -
Les habla un escéptico. Aunque el Gobierno y el PP se llenan la boca de buenos deseos y lenguaje unitario, tras el encuentro de Moncloa, a algunos nos gana la sospecha de que los dos primeros espadas del ruedo político se limitan a guardar el polvo debajo de la alfombra. La casa parece limpia pero no se fíen. Cuesta creer que Zapatero olvidará sin más los agravios de una calumniosa ofensiva contra sus planes pacificadores. Y cuesta creer que el PP vaya a romper de la noche a la mañana la columna vertebral de su discurso durante toda la Legislatura. Sin embargo Rajoy parece renunciar a la persistente reprobación de la política antiterrorista del Gobierno. Dice que no es momento de reproches sino de colaborar en la unidad frente al desafío de ETA. Y Zapatero lo da por bueno, una vez sentado que no ha pedido adhesiones inquebrantables al líder del PP.
Foto fija, pues, la de Zapatero encantado de la adhesión de Rajoy, por fin, a la política antiterrorista del Gobierno -"para que ETA no aproveche la discrepancia entre los demócratas"-, ya exenta de tratos con la banda y "procesos" averiados desde el atentado del 30 de diciembre y, más concretamente, desde la ruptura de tregua anunciada por ETA hace unos días. Ante las nuevas circunstancias, el Gobierno anuncia una mayor dureza y la búsqueda de unidad para acabar con la violencia terrorista. Y al PP no le queda otra que decir aménNinguna de las dos partes parece haber cambiado de posición. El Gobierno dice que no ha hecho ninguna rectificación, pues su política sigue siendo la misma. Quiere dar a entender que, en todo caso, quien ha rectificado, para volver a las andadas, es la banda terrorista. Y, por su parte, Mariano Rajoy decía después de la cita en Moncloa que ante el presidente había ratificado la buena disposición que siempre ha tenido para apoyar al Gobierno en el objetivo de "derrotar" a ETA.
Todo es un poco surrealista y, a la vista de los antecedentes, de poco fundamento. Oyendo este lunes a Rajoy, por un lado, y a la vicepresidenta Fernández de la Vega, por otro, daba la impresión de que acababan de descubrir el valor de la unidad frente al enemigo común. Como si ambos no se hubieran estado pasando por el arco del triunfo el valor de la unidad durante los más de tres años que llevamos de Legislatura. Por todo ello uno se malicia que lo de aparcar las diferencias en función de las circunstancias es como guardar el polvo debajo de las alfombras. Las diferencias quedan escondidas pero no superadas.
¿Qué ha ocurrido? Simplemente, que la ruptura del alto el fuego ha achicado el campo a Mariano Rajoy, haciéndole perder capacidad de maniobra. Y Zapatero lo ha aprovechado para salir del cerco y encerrar en su área al PP. A partir de la política de dureza anunciada el sábado ante los notables del PSOE, a Rajoy no le quedaba otra que apoyarlo. ¿Hasta cuándo? Ojalá dure, pero el abajo firmante no apostaría ¿Cuál será el discurso de Rajoy de cara a las generales si se ve abocado al seguidismo gubernamental en aras de la unidad contra ETA?
Antonio Casado.