Actualizado 15/03/2007 01:00

Antonio Casado.- Vuelve Rubalcaba

MADRID 15 Mar. (OTR/PRESS) -

Seguramente con poco éxito, el ministro Rubalcaba sentó este martes la doctrina que iguala las políticas penitenciarias del Gobierno Zapatero con las del Gobierno Aznar en una común voluntad de acabar con el terrorismo. Aunque no hayan sido siempre las mismas, siempre fueron un elemento de su respectiva política antiterrorista. Y, desde esa perspectiva, reclamó el ministro del Interior en sede parlamentaria esa presunción, puesta en duda por el PP cuando acusa a Zapatero de haberse rendido al chantaje del etarra De Juana Chaos. Ni hubo cesión al permanente chantaje de ETA cuando el Gobierno del PP otorgó beneficios legales a presos terroristas para quitarle pretextos a la banda, ni lo ha habido ahora cuando, con la ley en la mano y el visto bueno del juez, el Gobierno socialista tomó una medida que evitaba la muerte de un ser humano, por abominable que sea, sin concederle la libertad.

Sin embargo, bajo los efectos de lo que Rubalcaba denominó "indigestión electoral del 14-M", el PP ha tomado una deriva demagógica muy ceñida al caso De Juana, como si en él hubiera encontrado la gallina de los huevos de oro de cara a las urnas. Mal asunto. Sobre todo para el propio partido de Rajoy, a la vista de la facilidad con que la contundente comparecencia del ministro en el Congreso desmontó esa estrategia de acoso verbal al Gobierno. La prueba la tuvimos al advertir que Eduardo Zaplana se aferraba al polvoriento dossier de los GAL en vez de replicar a los argumentos del ministro del Interior.

Los dirigentes del PP habían olvidado a su bestia negra del 14-M. Pero el martes, en la comisión correspondiente del Congreso, les volvió a salir al paso: "Ustedes perdieron el poder por mentir y mintiendo quieren recuperarlo". Demoledor. La devolución de la pedrada tampoco desmerece de las enormidades del PP por cuenta del etarra nasogástrico. Según Zaplana, los socialistas no tienen punto medio: o negocian con terroristas o los matan. Así de duro fue el cruce verbal de Rubalcaba y Zaplana.

Difícil tenía el portavoz del PP rebatir a quien acababa de elogiar la política penitenciaria de los Gobiernos de Aznar cuando, con los papeles cambiados, el PSOE apoyó las medidas aplicadas a presos etarras. Incluidas las que afectaron a De Juana, que, entonces sí, cumplía condena por 25 asesinatos. Lo cual no fue impedimento para aplicarle beneficios penitenciarios (ordinarios y extraordinarios) y sustanciosas reducciones de condena. No lo recordó Rubalcaba para afear la conducta de entonces del PP, sino para afearle la de ahora, como queda dicho. Pero me temo que no sirvió de nada. Seguimos en las mismas, como volvió a verse en la sesión de control parlamentario del miércoles.

Antonio Casado.

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