MADRID 13 Mar. (OTR/PRESS) -
Mañana miércoles se cumple el tercer aniversario del inesperado y sorpresivo triunfo electoral de Zapatero. La reedición de la primera página de un periódico sobre aquella victoria imprevista nos muestra a un Zapatero sonriente junto a algunos de los compromisos enunciados que hoy suenan a purita milonga. La noche del vuelco electoral, Zapatero prometió "encabezar el cambio tranquilo y gobernar para todos, con humildad. Y os aseguro que el poder no me va a cambiar". También anunció que su prioridad sería "combatir el terrorismo".
Tres años después ninguna de sus intenciones ha resistido el paso de la legislatura: el presidente del Gobierno no combate a los terroristas sino que negocia con ellos y en algún caso cede a su chantaje, y en cuanto al cambio no hay más que observar cómo está la España de 2007 para concluir que el término tranquilo se ha trasmutado en convulso y crispado. Nunca antes España, ni siquiera durante los peores momentos de la guerra de Iraq durante el segundo mandato de Aznar , había experimentado un ambiente de tensión y enfrentamiento como el que se advierte entre los políticos y los ciudadanos. Esta es la consecuencia de quien está haciendo lo contrario de lo que prometió.
Zapatero no gobierna para todos sino para los suyos y para sus ocasionales socios parlamentarios convertidos en "mariachis o palmeros" de conveniencia e interés político. Y tampoco gobierna con humildad puesto que desdeña y desprecia el clamor de la calle tomada por millones de ciudadanos descontentos con algunas de sus decisiones. Zapatero ha incurrido en los mismos errores y desvaríos que echó en cara a Aznar y por los que se movilizó en la oposición, junto a cientos de miles de personas tras la pancarta en los tiempos en que tomar la calle no devaluaba a las instituciones, como al parecer sucede ahora porque lo hace el PP, según sostiene la izquierda sectaria, política y mediática.
¿Dónde está el respeto a la democracia de ciudadanos que según dijo, nada mas llegar a la Moncloa, había sabido interpretar durante las movilizaciones contra la guerra de Iraq y por el Prestige, frente al autismo de Aznar?. Zapatero ya no oye salvo lo que le interesa y lejos de escuchar o rectificar se recrea en el recurso al insulto y a las descalificaciones de los suyos contra el gran espectáculo democrático protagonizado el 10-M por más de un millón y medio de españoles en Madrid. La agitación y la rebelión callejera de la derecha, augurada de forma mezquina por las terminales mediáticas del PSOE, sucumbió ante el ambiente de serena rebelión cívica de quienes con actitud responsable ejercieron el legitimo derecho de movilizarse para expresarle con libertad al gobernante autista que aún está a tiempo de ganar en parte sus voluntades si rectifica y modifica la deriva del rumbo elegido.
Antonio Jiménez.