MADRID 2 Mar. (OTR/PRESS) -
Antes metía estomago para salir en la foto del Times y ahora podrá sacar pecho. Iñaki de Juana, terrorista de ETA y asesino convicto de 25 crímenes, le echó un pulso al Estado y ganó. Zapatero ha claudicado ante el chantaje del pistolero al autorizar su excarcelación e incumplir la palabra dada en el Parlamento, donde socialistas y populares acordaron que ningún terrorista abandonaría la cárcel sin haber cumplido íntegramente la condena impuesta por los jueces, salvo que mediara una declaración de arrepentimiento o de perdón a las víctimas. De Juana, no sólo no se ha arrepentido o pedido perdón a los familiares de los 25 inocentes a los que segó sus vidas, sino que se reafirmó en las declaraciones al rotativo londinense en que no tenía remordimiento. La firmeza del Estado se ha desmoronado como un castillo de naipes con la decisión tomada por Zapatero.
El presidente del Gobierno es el único responsable de que el terrorista haya conseguido su objetivo mediante un ayuno voluntario de dudoso rigor y severidad a tenor del largo tiempo transcurrido, 114 días, desde que lo inició, sin que haya perdido la conciencia o entrado en coma temporal en algún momento. Muy al contrario ha tenido el privilegio, incluso, de retozar con su novia en la misma cama del módulo de seguridad del Doce de Octubre donde estaba ingresado, según denunciaron los sindicatos policiales, por tratarse de un "hombre que está en el proceso" como dijo Zapatero. De Juana ha batido todos los registros conocidos de resistencia física, sin ingerir alimento sólido alguno, que la humanidad recuerde, cosa que contrasta con las huelgas de hambre protagonizadas por los terroristas del IRA y que pasados dos meses les abocaban irremediablemente a una muerte segura. La diferencia sustancial entre el chantaje de los pistoleros del IRA y el del etarra De Juana, además de en el ayuno, estuvo en la firmeza y principios exhibidos por Margaret Thacher quien desde el minuto uno dejó claro que los terroristas no ganarían su apuesta: "ellos han decidido morir así; es su voluntad", repetía la Dama de Hierro cada vez que se le mentaba la situación de los presos del IRA e iban falleciendo por inanición voluntaria. Nada que ver con la actitud de Zapatero.
Hoy más que nunca me solidarizo con las victimas, y especialmente con Teresa Jiménez Becerril quien habrá recibido en Italia, donde reside, la excarcelación del terrorista que "comió para todo el mes" por la satisfacción que le produjo el asesinato de su hermano Alberto y su cuñada Ascensión, con el rostro anegado por las lágrimas y una profunda tristeza. Hoy más que nunca recuerdo escéptico las palabras del cardenal de Sevilla, Carlos Amigo, a las victimas: "os pueden pedir generosidad y comprensión hacia vuestros verdugos, pero nadie puede arrebataros el legítimo derecho que tenéis a exigir justicia plena por el inmenso mal que os causaron".
Antonio Jiménez.