MADRID 13 Ene. (OTR/PRESS) -
Antes de que Zapatero tropezara por tercera vez con su inconsciente freudiano, alguien que le conoce y ha hablado en los últimos días varias veces con él, me trasladó su impresión subjetiva de que el presidente en el fondo cree que el atentado contra la T4 de Barajas fue un "accidente" en el camino. No me ha sorprendido, por ello, que Zapatero incurriera en el mismo "lapsus linguae", por mas sospechosa que pudiera resultar su contumacia en confundir los atentados terroristas con imprevistos accidentes.
No habría llamado la atención, ni levantado suspicacia alguna su obstinación en el error, si desde el minuto uno de la nueva situación, Zapatero hubiera anunciado con firmeza y sin ambigüedad la ruptura de la negociación con ETA y su decidida actitud de poner a la sombra durante muchos años a los autores del salvaje atentado que costó la vida a dos infortunados jóvenes inmigrantes. Nada de lo que viene pasando desde entonces es ajeno, por tanto, a la actitud del presidente y a su confusa actitud.
El penoso espectáculo de división y enfrentamiento que se deriva de las convocatorias de Madrid y Bilbao es el penúltimo eslabón de la cadena, consecuente con los desatinos y despropósitos cometidos por el propio Zapatero y también por la vicepresidenta, Fernández de la Vega, al rebajar a simple "papelito", -¿otro "lapsus linguae"?-, un documento oficial como el Pacto Antiterrorista, consensuado por los dos partidos que aglutinan el apoyo de mas del 80 por ciento de los españoles y que desde su firma se ha revelado como el más útil y eficaz argumento legal y policial para combatir a los terroristas.
Esa unidad de las fuerzas políticas que el Gobierno pretende con la cantinela del diálogo, ha chocado inevitablemente con la intransigencia, el interés partidistas y la indeterminación de quienes convinieron los controvertidos y estudiados lemas de las manifestaciones. Con lo fácil que hubiera sido apostar desde el primer instante, con meridiana claridad , por un inequívoco mensaje de rechazo a ETA, cuyas siglas por cierto siguen sin aparecer en el lema de la convocatoria de Madrid, y por la libertad de quienes sufren de forma más directa el aliento de sus pistoleros en el cogote.
Esta tarde, cuando media España se manifieste y la otra se mantenga recluida en casa, se oirá con más eco que nunca la risa de las hienas que nos han devuelto al escenario del crimen y a los tiempos de la división y el enfrentamiento superados con el cobarde asesinato de Miguel Angel Blanco. Aún así, pasado el ya inevitable y polémico momento de la calle, Zapatero tiene el lunes en el Parlamento una excelente oportunidad de reconducir la situación y ganarse, incluso, el apoyo de esa derecha cerril y casi gótica ,como definen al PP los titiriteros de pancarta y pesebre oficial, explicando su política antiterrorista para combatir decididamente a ETA en tanto no deje las armas y renuncie a la violencia.
Antonio Jiménez