Actualizado 07/09/2007 02:00

Antonio Jiménez.- El tridente electoral

MADRID 7 Sep. (OTR/PRESS) -

Con desconcierto y cierta incredulidad han asistido los militantes y simpatizantes populares al debate mas mediático que interno del PP sobre las presencias o ausencias de Rato o Ruiz Gallardón en la candidatura de Rajoy. Nadie que observe con objetividad los movimientos, dimes y diretes que el asunto ha generado podrá negar el halo de estupidez que se desprende del mismo. La cuestión se ha planteado intencionadamente en los términos de si Ruiz Gallardón o Rato quieren formar parte de la lista electoral del presidente de su partido y en puestos preeminentes cuando lo relevante desde un punto de vista periodístico y de inconveniencia para el PP hubiera sido por el contrario que ninguno de los dos tuviera interés alguno en ello.

Rajoy habría tenido un problema político serio si el alcalde de Madrid o el todavía director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) hubieran mostrado indolencia y desinterés por acompañarle en la cita electoral de su vida. El revés habría sido aprovechado por el PSOE para castigar el hígado de un candidato, Rajoy, del que desconfían hasta los suyos.

La situación, sin embargo, es que Alberto Ruiz Gallardón lleva más de un año expresando su legitimo deseo e interés por engrosar la candidatura de Rajoy en la confianza de que puede ayudarle a ganar las elecciones y aspirar, legítimamente también, a la sucesión en el hipotético caso de que el partido la plantee si no alcanza la Moncloa. En cuanto a Rato nada está decidido por más que se haya publicado su rechazo, según personas de su entorno, a figurar en las listas populares bajo ninguna circunstancia. Otras fuentes, también próximas al responsable del FMI ,sugieren, sin embargo, que "hasta el rabo todo es toro" y mientras no se produzca la conversación cara a cara que tiene pendiente con Rajoy no tomará una decisión definitiva. Rato debe ser consciente que desde el momento en que abandone oficialmente Washington para regresar a España y mientras se hacen las candidaturas estará sometido a una intensa, conveniente y quizá también convincente presión del partido para volver a la política y acompañar a Rajoy. Este, por su parte, debe intuir que un tridente electoral formado por él mismo , el ex vicepresidente que recuperó el alicaído pulso económico de España en 1996 para encarrilarla por la senda del crecimiento continuo y el alcalde de Madrid, resultaría vital para su objetivo y letal para Zapatero en una situación de incertidumbre e indefinición económica como la que se advierte.

Antonio Jiménez

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