Publicado 17/09/2013 12:00

Antonio Pérez Henares.- El derecho a decidir es cosa de todos.

(Esta firma sindicada sustituye a otra anterior del mismo autor por cambio de titular)

MADRID, 16 (OTR/PRESS)

La Constitución es un pacto ciudadano, un acuerdo de convivencia que votamos un día todos y que nos obliga a todos. Es el recipiente que contiene nuestros derechos y deberes como sujetos de un estado de derecho. España la voto por abrumadora mayoría, que fue aun mas abultada en Cataluña. Junto a las libertades traía para ellos el estatuto de autonomía y el reconocimiento de sus señas de identidad de lengua y cultura propias. Con ésta Constitución Cataluña ha logrado el mayor autogobierno de toda su historia y el mayor desarrollo y respeto de sus señas identitarias. Es un hecho indiscutible.

La primera y esencial cuestión que la Ley de Leyes señaló fue la de la soberanía. Que reside en el pueblo, en todo el pueblo, en el conjunto del pueblo español. Y esa decisión fue tomada por todos, votada por todos y refrenada por todos. Ello es así, es la regla de juego básica y que tenemos la obligación de respetar. Y que, desde luego, podemos cambiar. Pero al igual que para establecerlo la anterior, ese cambio ha de ser aprobado por todos. No puede una parte, por su cuenta, afectar a la voluntad. Y esa es la gran trampa que con el supuesto derecho a decidir de una parte sobre algo que nos afecta a todos están perpetrando los separatistas catalanes.

Porque cambiar algo tan trascendental que afecta a todos, como desde luego lo es la separación de una parte de España es algo en lo que todos tenemos voz y voto. Un referéndum sobre la posible independencia de Cataluña nos concierne pues a todos los españoles y todos tenemos el derecho a participar en él. El cacareado derecho a decidir de los nacionalistas catalanes tan solo para ellos significa la expropiación, el hurto del derecho a decidir que todos tenemos en tan trascendental asunto. Supone además la ruptura y la traición a su voto y a su compromiso con el adquirido cuando aceptaron, de manera entusiasta, esa Constitución, y sellaron ese pacto del que ahora abjuran.

Pero sin duda las normas y las leyes pueden ser cambiadas. Váyase entonces por esa vía. Ábrase el debate nacional sobre la cuestión. En todos sus aspectos. Desde la ordenación territorial a la financiación, y búsquese dentro de esa reforma también esa posibilidad de consulta. Pero dentro de la ley, respetando la actual ley y no conculcándola de entrada y con fecha fija. Por ahí no puede irse, por esa senda no se llega a ningún punto de encuentro posible. Violar le ley no puede ser nunca solución sino fuente del peor de los conflictos. En el conjunto de España, pero de entrada en la propia Cataluña y en la convivencia entre los propios catalanes.

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