MADRID 30 Jun. (OTR/PRESS) -
El poder lo obtiene el PSOE. El peaje lo paga España. El PSOE cobra en presidencias autonómicas, en cargos, en poder. El precio que paga a sus aliados, esa cofradía de secesionistas y separatistas de que se ha rodeado, es la creciente desvertebración de la Nación que solo ellos pretenden ver o aparentan ver que no existe en su esquizofrénica teoría de que separando es como se unen las cosas.
Los pactos son la esencia de la política. Solo han de quedar ineludiblemente excluidos de ellos quienes no acepten la norma esencial de la democracia: renunciar a la violencia como método de acción política. Pero los pactos, aún siendo posibles con todos los que respeten ese principio -y los independentistas democráticos sí los respetan eso no está en juicio-, son también algo que comprometen a las partes y lo que se entrega no puede afectar ya no sólo al partido sino a quienes acabamos sufriendo y pagamos el precio.
Sucede en el caso balear, va a suceder (todo esto huele a juego de artificio para intentar "limitar daños por la tropelía) en Navarra. En Baleares, más allá del disparate sociológico, de olla podrida de siglas, ideologías e intereses, el PSOE pacta con quienes defienden la segregación de los Paisos Catalans, que proclaman a voces su despego contra la Constitución, con quienes quieren sumir a las islas en una inmersión lingüística. El castellano, idioma común de los españoles, y de 400 millones más de personas, va a recibir, eso es lo pactado, el trato de idioma extranjero, lo mismo que el inglés. La educación se ejercerá de manera masiva en catalán y sólo un 20 por ciento en castellano y en inglés. Hasta ahora el catalán y el castellano recibían trato igualitario. No se trata pues de restablecer igualdad sino de aplicar discriminación. No se trata de apoyo a una lengua sino de agresión a la otra. ¿Desean ello la mayoría de sus afiliados, desean eso la mayoría de los isleños, lo desea la mayoría de españoles? Pero es lo que se entrega, lo que se paga, lo que se traga y lo que perdemos todos.
En Navarra el objetivo esencial del pacto es la anexión a Euskadi y la posterior independencia de España. Han tomado la decisión de no exigirlo de inmediato para no asustar a la población. O sea, que se callan por ahora para engañarla y podérsela llevar más tarde, adormecida y lavado el cerebro al huerto. Pero lo que ya exigen y consiguen es poner las bases: la euskaldunización de la comunidad foral. Enseñanza en euskera en todo ese territorio, aunque en algunos sitio resulte más que ridículo y una agresión total, y toda la carga de propaganda, rotulación e imposición de una lengua que a muchos de los navarros les es por completo ajena. Ése es el paso y junto a él la educación de las nuevas generaciones. Como han hecho en Euskadi. En el odio a lo español, en el odio a la lengua y a la historia. Con la falacia, la terrible mentira de que son, cuando no lo han sido jamás en la historia, un pueblo ocupado. ¿Quieren eso los socialistas navarros, lo quieren la mayoría de los Navarros? La respuesta es idéntica. Pero es el precio del poder y PSOE lo paga.
Dicen que sus pactos no contemplan ni la autodeterminación de Baleares ni la anexión de Navarra. ¡Faltaría más! Ni se atreven as decirlo. Por ahora. Pero dan todo los instrumentos a quienes la exigen y comparten el poder con ellos. Y, aún más, ofrecen la coartada ante el conjunto de la sociedad española, son esenciales en el engaño y en el suministro de opio ideológico, de tragaderas de ruedas de molino a su propio electorado para que asuman como propio, como no lesivo, esa auténtica traición ideológica a su propio ser de socialistas. Y encima pretenden decirnos que es mentira. Que no pasa nada.
Y pasa. Y es cada vez más preocupante para el futuro, que por ese peaje de poder que ha de pagar el PSOE se esté dando todas las alas a quienes abjuran, desprecian y rechazan el gran pacto, el gran acuerdo de convivencia que es nuestra Constitución y que nos ha permitido la más larga época de libertad y progreso de nuestra historia. Se está pactando con quienes tienen como seña de identidad el odio (y no es palabra mía sino perfectamente explicitada por ellos mismos) y la deslealtad a España, a la Nación, al todos y cada uno de los ciudadanos que nos sentimos parte de ella. Y todo por el poder, por ese pan para hoy, que es nuestra hambre y nuestra confrontación para mañana.
Antonio Pérez Henares.