Actualizado 05/04/2008 02:00

Antonio Pérez Henares.- El PSOE, de nuevo, ante la trampa PNV

MADRID 5 Abr. (OTR/PRESS) -

La presencia de ANV, que bien a las claras demuestra su condición cotidiana de apéndice de ETA, es la peor de las secuelas del malhadado y ahora innombrable Proceso de Paz. Pero por si a algunos muy interesadamente se les ha olvidado, en ello fue en lo que se empantanó, perseveró y se empecinó -incluso tras los asesinatos de la T-4- el presidente Zapatero, rompiendo incluso el Pacto Antiterrorista que él había contribuido decisivamente a impulsar y firmar. Su responsabilidad no puede olvidarse al mismo tiempo que es de estricta y reciente memoria que si ANV está en las instituciones es porque el Gobierno lo permitió no impugnando todas sus listas ante el Tribunal Supremo. Dicho lo cual, hay que esperar y puede haber algún síntoma positivo para la esperanza de que ZP haya aprendido de la lección. Su rectificación de hecho importa más, creo yo, que cualquier excusa de mal pagador, aunque habrá que confirmar en el tiempo y en los hechos que su recuperada deriva en la lucha antiterrorista -la vuelta a la única vía en verdad practicable por la democracia y que nunca debió ni ponerse en duda: la derrota del terror y de ETA- sea firme, sin titubeos, y recupere los consensos. El primero con el PP. Si el PNV se baja de una vez por todas del monte y vuelve a cruzar el puente hacia posiciones de prioridad de vida, libertad y democracia por encima de cualquier otra consideración, pues bienvenido sea a ese consenso.

Pero es el PNV quien debe dar los pasos. Urkullu tal vez pueda hacer lo que no le dejaron a José Jon Imaz. Habrá que ver cual es su cuajo. Enfrente tiene el reflejo en el espejo del peor de los Arzallus, un Eguibar que añora y suspira por abrazos con quienes amparan y se aprovechan de la violencia y que los pistoleros amordacen voluntades y voces.

Los votos no han podido acallarlos y es el nacionalismo con una perdida generalizada -a la del PNV hay que añadir la de sus hermano separado, EA, que se ha quedado sin representación parlamentaria- quien está ahora asustado. Pero, ¿va a haber en verdad una vuelta al camino de la sensatez o simplemente se trata de un quiebro para seguir en las mismas y los mismos? O sea, la trocha del referéndum ilegales, el "fin compartido", las proclamas separatistas y los delirios de Ibarretxe.

Es el PSOE, ganador de las elecciones, quien tiene que andarse con cuidado. De que no le engañen otra vez y de que ellos no frustren las ansias mayoritarias -a las urnas me remito- de que algo cambie de una vez en Euskadi. Y para que ello suceda quizás lo primero que tiene que cambiar es el poder y que no parezca que éste pertenece por designio divino y por los siglos de los siglos al PNV y al nacionalismo. Y la alternativa posible se ha de vertebrar hoy en torno al PSOE.

Es por ello que si Zapatero no quiere hipotecarse por una investidura que puede alcanzar sin problema en segunda vuelta, en pactos que le impidan lo que ha de leerse como profundo deseo de buena parte de la sociedad vasca, hará lo que debe. Que no se repita aquello de cuando Txiqui Benegas obtuvo en las elecciones autonómicas más escaños y acabó, como siempre, gobernando el PNV.

Lo único, pues, que no debe hacer el PSE es acudir ahora en socorro del PNV. Es éste quien debe hacer un camino y para que lo desande de verdad quizás la única forma es que lo haga desde la oposición, que es cuando de verdad se reflexionan los errores.

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