MADRID 21 Jul. (OTR/PRESS) -
El mapa electoral tiene cuatro puntos cardinales: Madrid, Cataluña, Andalucía y País Valenciano: el resto de España son circunscripciones de pequeñas cosechas. Resulta imposible ganar las elecciones generales si se pincha en una de estas cuatro comunidades. El PP tiene dos agujeros negros en España. El primero de ellos es Andalucía, donde llevan toda la vida sin gobernar y donde un Manuel Chaves sempiterno amenaza con irse solo cuando él quiera. En Andalucía los populares salvan los muebles en las capitales de provincia para las elecciones municipales; las demás son para ellos una tragedia anunciada.
Cataluña es para el PP inaccesible. Lo han intentado casi todo y la última jugado ha quemado las naves. Josep Piqué, que es un hombre que se siente cómodo en el centro, ha tirado la toalla en un acto de rebeldía que ha dejado a las gentes de Mariano Rajoy absolutamente en el infierno. Si Cataluña era un bastión inexpugnable para el PP, la salida de Piqué les deja sin candidato a pocos meses de las elecciones generales y con un Durán Lleida en un ejercicio inteligente para segar las hierba en los pocos campos cultivados del PP. Si alguna vez Mariano Rajoy soñó con hacer ese eternamente pendiente viaje al centro político, la retirada del dirigente popular catalán define claramente que en el actual modelo de partido del presidente del PP no hay sitio para quienes creen en un partido conservador de estilo europeo.
Joseph Piqué le ha marcado claramente a Mariano Rajoy el camino del centro, pero del centro de la tierra porque las próximas elecciones van a tragárselo políticamente para siempre en compañía de un equipo político heredado de José María Aznar que él no se ha atrevido a sustituir.
Carlos Carnicero.