Actualizado 11/03/2007 01:00

Carlos Carnicero.- Después de la tormenta, más tormenta

MADRID 11 Mar. (OTR/PRESS) -

Como en todas las grandes confrontaciones nos aguardan valoraciones para cada gusto o necesidad. El PP ya ha sentenciado que ha sido la mayor manifestación de la historia de nuestra democracia y que el dictamen de la calle invalida el futuro del Gobierno. El presidente Rodríguez Zapatero, con una tendencia común a todos los inquilinos de La Moncloa, será incapaz de trasladar la dimensión de la protesta a la revisión de sus políticas. Esta foto fija no resuelve nada y remite la manifestación de ayer, diez de marzo de 2007, a un episodio más en la escalada de confrontación entre los dos grandes partidos que está garantizada hasta el día en que los españoles acudan al compromiso de las urnas con las elecciones generales.

Para el PP es demasiado sencillo sentenciar que la legislatura está acabada y el Gobierno amortizado. Pero eso no certifica su victoria y menos desde el aislamiento en el que se ha instalado. Acaudilla la protesta pero le falta serenidad y sosiego para ocupar el centro político: esta derecha, asusta.

El Gobierno tiene un piñón fijo que le impide subir las cuestas que tiene por delante. Pretende escalar las cimas del final del terrorismo sin darse cuenta de que le fallan las piernas y que la ciudadanía no le acompaña en sus envites.

Estamos ante una de esas ocasiones que promueve la historia en las que las dificultades son tan evidentes que quien tiene que afrontarlas es incapaz de verlas. Nada hubiera sido igual si Napoleón hubiera sido consciente de la brutalidad del invierno Ruso; la lección fue insuficiente y el frío también diezmó al ejército alemán en la Segunda Guerra Mundial. Poco se aprende cuando la lección es rotunda porque casi nadie quiere renunciar al récord.

El presidente del Gobierno no tiene fuerzas ya para negociar con ETA, aún el en supuesto caso de que los terroristas estuvieran por la labor, -de lo que no hay evidencia, sino todo lo contrario- porque ni la banda terrorista ni tampoco el presidente, cada uno, naturalmente, en su plano, teniendo en cuenta la legitimidad que le asiste al Gobierno y el carácter asesino de la banda, tienen crédito en la opinión pública para retomar un proceso que quedó sepultado en la Terminal de Barajas.

Lo que nos aguarda, después de la manifestación, es sencillamente mucha más tormenta porque el presidente no va a rectificar ni el PP va soltar su hueso.

Carlos Carnicero

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