Actualizado 02/05/2007 02:00

Carlos Carnicero.- Maragall, un juguete roto

MADRID 2 May. (OTR/PRESS) -

Pasqual Maragall pasará a la historia como el iniciador de la gran crisis del socialismo español. No logró culminar una legislatura y su propio partido no confío en él para administrar el Estatuto, que ni siquiera consiguió ser respaldado por el cincuenta por cien de la ciudadanía. Al final, para este burro sólo consiguió las alforjas de que su sucesor terminara por gobernar con el partido que más se opuso al nuevo marco legal catalán, de tal forma que el Estatuto recién inaugurado está siendo administrado por quien lo combatió. Todo un alarde de estrategia.

Ahora, el ex presidente catalán no se conformar con acomodarse en el sitio que pueda conseguir en las páginas de la historia -que más bien va a ser exiguo- sino que agita las propias aguas turbulentas en las que siempre quiso navegar. Apunta contra José Luis Rodríguez Zapatero, de quién se duele traicionado sin darse cuenta de que son sentimientos compartidos pero cruzados. El colmo es su afirmación de que este Estatuto catalán no merecía la pena. Piensan lo mismo por razones opuestas la mitad de los catalanes y todos los españoles que no son nacionalistas, que son la inmensa mayoría.

Es cierto que a Pasqual Maragall le han salido mal las cosas pero tendría que empezar por observarse a sí mismo. Su célebre grito, ¡ganaremos la OPA (de Gas Natural sobre Endesa) ganaremos el Estatuto, Viva Catalunya! se ha convertido en un susurro de jubilado inconforme con su propia trayectoria al que además no le han salido las cuentas de la pensión.

En la dirección del PSC no saben qué hacer con su presidente -porque contra lo que parece, sigue siéndolo- que no asiste a las direcciones del partido porque a esas horas, normalmente, lo está desacreditando en la redacción de algún periódico.

Pasqual Maragall es el representante más visible de una generación de dirigentes socialistas catalanes que no saben lo que quieren porque, probablemente, no se han dado cuenta de lo que tienen. Maragall es, sencillamente, un juguete roto que no se resigna a acomodarse en el armario de los objetos que ya no sirven.

Carlos Carnicero

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