MADRID 16 Feb. (OTR/PRESS) -
El dirigente de la ilegalizada Batasuna siempre se presenta como hombre de paz, sustentando esta posición en una premisa falsa: sólo condena la violencia que es legítima, la del estado, para reprimir los delitos, y se abstiene de todo juicio crítico contra el terrorismo promovido desde los ámbitos a los que pertenece y a los que debe obediencia.
Se niega a acatar la ley pero amenaza a quienes defienden el estado de derecho y, en un acto de desafío, que solo puede tener credibilidad desde algunas debilidades del estado sostenidas por el Gobierno, afirma que su formación se va a presentar a las elecciones municipales y autonómicas, dando por supuesto que en ningún caso se someterá a la ley de partidos. Además, añade que la ausencia legal de listas de la izquierda abertzale sería una mala señal, pues significaría que en estos meses previos no hemos sido capaces de construir confianzas y bases sólidas suficientes... Todo eso lo refiere Otegui al afianzamiento de un proceso de paz que él considera compatible con el asesinato de dos ciudadanos absteniéndose de condenar el atentado de Barajas como condición de su credibilidad.
La sola presencia cotidiana de este falso apóstol de la paz, que nunca recibe apostillas ni del Gobierno ni del PSOE que le sitúen en el lugar que le corresponde, es un factor de consolidación, en el imaginario abertzale, de que ETA es quien en realidad pretende la paz y el estado español quien la dificulta. En ese sentido, la aceptación semántica de conceptos nacionalistas como "proceso de paz" es una colaboración, esperemos que involuntaria, al asentamiento de las tesis de ETA que consiguen hacer cuerpo en parte de la opinión pública vasca de que lo que se persigue es solucionar un conflicto político y no terminar con la violencia terrorista.
Todo esto tal vez sea demasiado sutil para quienes diseñan una estrategia en La Moncloa o solo se dejan llevar por sus ilusiones. La resultante es que el Gobierno no transmite la sensación de tener otro proyecto que el voluntarismo mientras ETA gana posiciones con su claridad.
Carlos Carnicero.