MADRID 14 Oct. (OTR/PRESS) -
Nos esperan cinco meses de sobreactuación del Partido Popular para trasladar al electorado la sensación de que existe una crisis institucional, una clase de estado de excepcionalidad, en la que valores esenciales estuvieran atacados o indefendidos. Es en esa clave en la que han que analizar la acometida popular en defensa de una bandera que no está atacada sino por la indeferencia consustancial a nuestra falta e apego al patriotismo. La existencia amplificada de la otra ofensiva, la nacionalista, es también el pretexto para una acusación de desgobierno. Crisis territorial, terrorismo, y ofensas a los símbolos constitucionales son las herramientas del partido conservador para cambiar la agenda política y pasar por encima de las coordenadas positivas de este gobierno.
Frente a la demoledora maquinaria del Partido Popular para amplificar cualquier problema existente y mostrarlo en categoría de crisis profunda, el Gobierno fracasa una y otra vez en su política de comunicación y se muestra incapaz de rentabilizar en términos políticos sus gastos y promesas sociales.
Tiene el Gobierno demasiados frentes abiertos como para descartar sorpresas que le sitúen en precariedad electoral. La guerra abierta en Afganistán alimenta las dudas de que nuestras tropas estén suficientemente defendidas y el Gobierno no toma la iniciativa de un exhaustivo examen en el Parlamento para informar de la situación y para tomar decisiones en la dirección que se concierte. El terrorismo ha demostrado que va a intentar matar en estos meses y también la derecha ha demostrado como piensa utilizar esas tragedias. Los nacionalismos le crearán a Zapatero más de un disgusto en época en la que pretende aprobar los presupuestos con su colaboración. Y, por último, la guerra mediática que se ha iniciado con el apoyo del Gobierno a las tesis de su ex secretario de Comunicación, no le deparará muchas alegrías a Zapatero en el entorno que le hubiera sido más propicio. La decisión de crear un grupo de comunicación afín a ZP no está trayendo buenos augurios a la política del Gobierno. La guerradel fútbol, que por ahora va ganando Sogecable en los tribunales, siembra muchas dudas, además, de que los que prometen sumas astronómicas por los derechos del fútbol, de la Formula 1 y de cualquier otra cosa, tengan liquidez para pagar esas facturas.
Con este panorama, el Gobierno está en la cuerda floja porque depende de demasiadas coordenadas emocionales que el Partido Popular puede manejar con la habilidad que le caracteriza para generar una apariencia de excepcionalidad. Es la vieja metodología de la derecha para desestabilizar a la izquierda. Lo que no se entiende es la falta.
Carlos Carnicero