MADRID 12 Sep. (OTR/PRESS) -
José Montilla es cordobés de nacimiento pero se ha sensibilizado catalán en ese complejo que arroja a algunos inmigrantes a adoptar posiciones nacionalistas para arraigarse en donde siempre fueron rechazados y lograr así la aceptación. La noticia de un presidente de la Generalitat nacido fuera de la comunidad es buena siempre y cuando la personalidad del afectado no sufra síndrome de Estocolmo del lugar donde le han permitido ser uno de los suyos.
José Montilla ha apelado al realismo para la política Catalana pero las crónicas de los actos de la Diada no dan cuenta de que haya hablado de España. ¿Puede entenderse Cataluña sin España? Solamente para quien se apoya en la ideología nacionalista. ¿Por qué la nueva hornada de dirigente socialistas catalanes tiene complejo de hablar de su vinculación con España? ¿Creen que los sucedáneos pueden llegar a ser adoptados por quienes quieren consumir el original?
José Montilla se está acostumbrando a silencios condescendientes. El vicepresidente de su Gobierno reclama un referendo de autodeterminación y Montilla calla. El ex presidente Maragall habla de las bondades de la huelga fiscal como método de presión para las inversiones en Cataluña y Montilla calla.
La única forma inteligente de relacionarse con el nacionalismo es la explicación de la verdad de las cosas, porque los nacionalismos siempre se basan en una ensoñación de la historia. España ha sido patria de desencuentros pero eso sólo debiera servir para los nostálgicos de esas confrontaciones, porque les permitieron inventar una historia que no ha existido nunca.
La obligación de los líderes políticos sería formular una España republicana en cuanto a la concepción de los derechos ciudadanos que permitiera ser el espejo enfrentado a la realidad virtual de los nacionalistas.
Montilla necesita dosis de autoestima cordobesa para poderla conciliar con un catalanismo inteligente engarzado en esta España democrática. Pero talvez sea mucho pedir en los tiempos que corren.
Carlos Carnicero