MADRID 29 Abr. (OTR/PRESS) -
El paso de Zapatero por la Bolsa todavía se recuerda y no precisamente por el buen sabor de boca que dejó. Entonces ya se dijo que hubo excesivo auto bombo y autocomplacencia, aunque él mismo dijera que ese es un rasgo conservador. Ahora se recuerda haciendo cuentas y éstas ofrecen un dato un tanto devastador. Desde que el presidente del Gobierno puso el pie en la bolsa, el Ibex 35 ha caído 600 puntos. En esta semana que acaba de cerrarse, el selectivo ha caído un 4,5 por ciento, muy por encima del resto de plazas de Europa y claramente superior a lo visto en Wall Street a pesar del mal dato de crecimiento de la economía norteamericana conocido el viernes y que es el peor en cuatro años.
Sea o no real el mal fario que dicen los del lugar llevó a la Bolsa ZP, los hechos son los hechos y el mercado español se ha pegado un buen batacazo en los últimos días. Empieza a preocupar seriamente el sector ligado de una u otra forma al ladrillo y también el bancario por la deuda acumulada por estas empresas con las entidades bancarias. De hecho, Santander y BBVA sufrieron su castigo el viernes. La preocupación además por lo que pueda pasar en el sector inmobiliario ya no es un asunto de sesudos análisis, de atinadas o exageradas previsiones. La burbuja puede estallar y puede no hacerlo tan suavemente como nos cuentan desde el Gobierno. Hasta la firma de calificación de riesgos Moodys ha alertado a España sobre este problema.
Hay que tener en cuenta también los plazos de ventas de pisos que se han alargado considerablemente, la ralentización en la concesión de hipotecas nuevas -lo que hay es mucha renegociación de plazos-, el aumento de los morosos y los dudosos. La caída estos días de Ascrot seguida de bajadas importantes en otros valores del mismo sector ha abierto los ojos a algunos sobre los posibles riesgos de que se lleven a la bolsa en general por delante. Hay que estar, por tanto, muy atentos, hacer muchas cuentas y valorar si merece la pena, sobre todo si se ha ganado ya un dinerito, seguir en esos valores o incluso en el mercado ante la posibilidad de un sufrimiento mayor. No es asunto baladí. Ya sabemos de la importancia que para todos tiene el valor de nuestras viviendas. Una caída brusca de los precios haría caer nuestras expectativas futuras y esto se notaría en el consumo y por tanto en el crecimiento. Tampoco el dato de paro del primer trimestre es para estar tranquilos. Habrá que ver si es la tendencia. En todo caso, hay miedo y no creo que la solución sea, como ha hecho el vicepresidente económico, decirle a los inversores que no se pongan histéricos. No es una cuestión de histerismo, quizás sí de una mayor claridad y realidad de lo que está pasando y lo que puede pasar, de forma que podamos tomar decisiones con más datos y sobre todo con los pies en el suelo.
Carmen Tomás