Actualizado 27/04/2008 02:00

Charo Zarzalejos.- La censura que no llega

MADRID 27 Abr. (OTR/PRESS) -

Lo que está ocurriendo en Mondragón y luego en Hernani es uno de los espectáculos más lamentables que se pueden producir en una democracia. En contra de lo que pueda transmitirse, en ninguno de estos dos ayuntamientos se ha planteado moción de censura alguna. No, se está planteando, y no ha salido, lo que algunos llaman 'moción prepolítica' o 'moción ética' de condena de la violencia, incluyendo la invitación a los ediles de ANV a que dejen su puesto. A esto se llama rizar el rizo, introducirse en meandros para que el río no desemboque en el mar. Se vota, en definitiva, la solución que el PNV se ha dado a sí mismo para salir del embrollo en el que Joseba Eguibar metió a todos, cuando de manera pública anunció que ellos no estaban por la moción de censura; es decir, por quitar a una alcaldesa que no se conmueve ante el asesinato de un vecino y colocar en su lugar a un concejal representante de un partido democrático.

No se está, pues, en la moción de censura. Se está en otra cosa. Se está en que a estas alturas se condene la violencia y que ANV se vaya por su propio pie. Se está, pues, en el no compromiso. En Mondragón fue la concejala popular Iciar Lamaraín, auténtica heroína, la que en solitario y sin dejar pasar tiempo, propuso la censura, pero los socialistas 'por dignidad', no acudieron al pleno y la censura no salió adelante. Optaron los socialistas por ayudar al PNV a salir del lío de Eguibar, proponiendo, como primer paso, las llamadas 'mociones éticas'. El PP cometió el error de no apoyarla en Mondragón. Fue un error, pero son muchos los que de manera furibunda han arremetido contra la citada concejala, hablando incluso de 'indignidad'. ¿Cómo es posible que se sea más condescendiente con el PNV y no se perdone un 'error' de una persona que día a día y en solitario se juega la vida? Bien está la confrontación política y el debate y que cada cual marque su territorio. Pero cuando en el fondo se habla de la vida y de la muerte toda prudencia es poca.

El recorrido por este tirabuzón endiablado en el que se han convertido las mociones éticas todavía no ha acabado y mejor será observarlo con tanta tristeza como distancia. Sólo ANV no condena la violencia y eso se sabe. Y se sabe de antemano que ANV no se va a ir de 'motu propio' de ningún sitio. Todo lo demás son filigranas políticas, vericuetos tácticos, ganas de perder tiempo con el resultado final del pasmo compartido y una indignidad poner el foco de la crítica en la persona de Iciar Lamaraín como si el 'problema" fuera ella. Ella que, como algunos más -no todos- sale de casa sin tener la certeza de que va a volver.

El problema es el miedo, el sentir el aliento de ETA en la nuca, las miradas hostiles y frías que en muchos pueblos del País Vasco perciben los que no comparten las tesis de la organización terrorista. Y el problema es creer que a estas alturas la condescendencia no es percibida como debilidad y así resulta que, mientras los demócratas peinan el tirabuzón imposible, ANV ya sabe que no va a perder un solo puesto de los que ahora tiene.

Charo Zarzalejos

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